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Los testimonios policiales aportan más dudas que certezas al "caso Ollero"

Las circunstancias políticas y formales siguen comiéndose a grandes dentelladas a los presuntos delitos que se juzgan en la Audiencia de Sevilla en el denominado caso Ollero. La declaración de los policías que ejecutaron las escuchas telefónicas ordenadas por la juez Pilar Llorente fueron terreno abonado para que las defensas buscaran todo tipo de pegas a la legalidad de las mismas. A juzgar por las preguntas tácticas, algunos letrados parecen ya preparar los recursos ante instancias superiores.

Los testimonios que los agentes de la Unidad de Policía Judicial ofrecieron ayer al tribunal de la Sección Primera un panorama apocalíptico con una oficina de escuchas instalada durante varios meses en un urinario de los juzgados, la escasez de cintas que obligó a grabar a distintas velocidades, los relés de los magnetófonos que no siempre saltaban para registrar las conversaciones requeridas o los coches utilitarios de los policías perdiendo el rastro de los potentes todoterrenos de los imputados.Los abogados de la defensa estuvieron lejos de sentir lástima ante la desdicha policial y aprovecharon los cinco testimonios para ahondar en las presuntas irregularidades, especialmente en el etiquetado de las grabaciones, que podrían viciar el proceso hasta declararlo nulo por violación de derechos fundamentales en una futurible vista en el Supremo, el Constitucional o en Estrasburgo.

El testimonio más esperado de entre los policías era el de José Antonio Vidal, quien fuera el jefe de la Unidad de Policía Judicial durante los primeros pasos de este caso o el relacionado con Juan Guerra y que trabaja a las órdenes del delegado del Gobierno en Andalucía desde que el Partido Popular ganara las elecciones en 1996.

Sobre la petición de imputar al entonces consejero de Obras Públicas, Juan José López Martos, Vidal aseguró que lo creyó conveniente al escuchar en las cintas que se hablaba de "Juanito, el Número uno, el Número dos y el Número tres". Todos estos apelativos, a su juicio, se referían al ex consejero.

Las defensas no dejaron que Vidal se escapara sin preguntarle sobre los presuntos fallos en la clasificación de las cintas. En concreto, en uno de los interrogatorios se les preguntó a Manuel Ollero y a Pedro Llach sobre la misma conversación, aunque en los registros se citaban dos cintas distintas. "Yo no vocalizo bien, soy andaluz", es los único que arguyó Vidal.

Sobre las preguntas de porqué se sospechó tan rápidamente de Llach y Manuel Domínguez (de los que en el informe aseguró que se enriquecían gracias a sus contactos con el PSOE), Vidal aseguró que se basó en la prensa y que le eran familiares por haber sido investigados en el caso Juan Guerra.

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