_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Asombro

Una muchacha búlgara trabaja como dependienta en una tienda de muebles. Dejó en su tierra a su perro, que, como el mío, es un teckel, y yo de vez en cuando entro y le dejo acariciar al mío, que, además, se ha encariñado con ella. Un joven de aspecto andino empuja una carretilla, los ojos bajos, y con una voz muy dulce, diría yo que sumisa, me pide paso en la verdulería. Dos magrebíes acarrean los cubos de basura del restaurante en cuyas cocinas trabajan a los containers de la esquina, y se ríen cuando mi perro les ladra, cada noche a la misma hora. Una chica argelina, muy dispuesta, atiende a la clientela de un café, y cuando le preguntan de dónde es dice que de Canarias: está hasta el flequillo de preguntas indiscretas. Un africano subsahariano barre la puerta de una charcutería que no cierra los domingos. Les estoy hablando de gente cercana a mi casa, gente que encuentro cuando voy a la mercería a por botones, a pasear al perro o a tomar una caña mientras leo los periódicos un día cualquiera por la mañana. Gente del barrio. Y así ocurre en todos los barrios de todas las ciudades, diría yo. ¿Queremos que sigan siendo ciudadanos de cuarta sólo porque Leoncio y Tristón se han puesto de acuerdo en su parte más dura, que es la que mejor les une a los centristas?Mayor Oreja y Aznar han tomado las riendas en este fin de siglo y nos lo van a hacer pagar caro. Por un lado, pretenden reducir la locura del norte usando la camisa de fuerza. Por otra parte, se empeñan en mantener el estado actual de esclavismo de la inmigración, que tan cómodo resulta a los patronos que hacen y deshacen gracias a la necesidad ajena. Sus soluciones resultan cerriles, sus recetas no sólo no refuerzan las puertas: conducen al territorio que pretenden salvar en un pudridero.

Ante los dos grandes problemas con que encaramos el 2000, independentismo e inmigración, disponemos de una clase política, con Leoncio y Tristón a la cabeza, que parece salida de un curso para bordes y tarugos por correspondencia. Una vez más, me temo, vamos a ser el asombro de Europa. O puede que no. Puede que nos dispongamos a asombrar al mundo.

Y si el mundo se nos queda pequeño, asombremos a la galaxia. Qué narices.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_