Confusiones
De pronto, el asunto de la Entesa de l"Esquerra ha pasado a ser el culebrón que nos va a permitir no hacer, ni intentar siquiera el balance crítico de casi un lustro de postración electoral de las izquierdas valencianas.Escenificado con la tradición normativa del uso del manifiesto orlado con firmas de personalidades no tan independientes como se quiere hacer ver, beneficiarias buena parte de ellas y en otro tiempo de mayorías políticas diferentes a la vigente, o, quizás, generosamente sobrevaloradas como parte de la sociedad civil, el presunto pacto que podría permitir contribuir desde el País Valenciano a la alternativa al gobierno del presidente Aznar no está dejando entrever otras causas y ventajas que la puramente revanchista, cuando no, la de la estricta y mimética conveniencia numérica de la izquierda, o, incluso, la de un cálculo perverso que no tiene nada que ver con la suma de fuerzas progresistas detrás de un programa transformador y fruto de la reflexión del conjunto de la izquierda.
La causa que se conecta con el revanchismo me parece lamentable porque no asume más razón que la de la urgencia de poner fin al gobierno del otro, el PP, considerado como negativo en sí, más allá del reconocimiento honesto de sus evidentes éxitos, e ignorando que de producirse la amalgama el PP se vería reforzado y seguramente premiado por lo que pueda quedar remiso a votarle en el centro electoral.
El argumento que pondera la estricta conveniencia de la suma numérica del voto de izquierda, lleva conscientemente a limitar el acuerdo sólo al Senado para así permitirle al PSOE que ensaye sin riesgos la posibilidad razonable de crecer en la Cámara Alta (ahora sólo tiene tres escaños en el Senado, y con el acuerdo, obtendría, de ganar la Entesa, no menos de seis) al tiempo que renuncia formalmente al voto útil para el Congreso, pero confiando secretamente en éste para recoger el doble beneficio buscado.
Y, finalmente, y por lo que se empieza a ver, el acuerdo podría servir a una de las partes, la mayor, el PSOE, para ofrecer puestos de incierto éxito en las listas del Senado a cambio de la expresa renuncia de los pequeños (EU y BNV-EV) a presentar candidaturas al Congreso en aquellas circunscripciones valencianas donde es muy difícil que obtengan representación: el BNV-EV no la obtendría en ninguna de las circunscripciones, y EU, quizás sólo en Valencia. De ese modo, el efecto buscado, que antes he llamado perverso, va más allá de la ventaja estrictamente numérica al forzar la práctica desaparición de competidores en la elección al Congreso, e introduciendo una potente duda en buena parte del electorado fijo de EU y BNV-EV, (el primero en regresión numérica, y el segundo en progresión), que podría resultar fatal para el futuro más inmediato de las aspiraciones políticas de ambas formaciones.
Si además, y como ya se dice, el PSOE no quiere a EU en el acuerdo, la confusión está servida.
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