Los Quince aprueban crear un cuerpo militar permanente de paz
Los ministros de Exteriores de la Unión Europea (UE) aprobaron ayer la creación de un cuerpo militar conjunto de carácter permanente para operaciones de paz. El consenso fue tan alto que este proyecto, piedra angular de la nueva política exterior y de seguridad común (PESC) de la Unión, se aprobó sin siquiera debate. Más diferencias subsisten sobre la arquitectura institucional de esta política, pero quedaron en segundo plano y se fiaron al criterio de la inminente cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en Helsinki.
Es verdaderamente insólito y extraordinario que una decisión tan difícil y de tanto alcance se tome sin necesidad de debate: la UE, siempre criticada por la lenta digestión de sus opciones, la lentitud de sus procedimientos y el enroque por cuestiones de detalle, se dio ayer una lección a sí misma. O quizá es que el proyecto estaba, tras la aleccionadora guerra de Kosovo, tan maduro como la propia ley de gravedad. Así, los ministros dieron luz verde -para aprobarlo en la cumbre del próximo fin de semana- al proyecto de crear en el 2003 un cuerpo europeo de reacción rápida "de hasta 15 brigadas, o entre 50.000 y 60.000 personas", con su "mando, capacidades de control e inteligencia militar, logística y otros servicios de apoyo, así como elementos aéreos y navales". Este cuerpo debe ser "capaz de desplegarse completamente en un máximo de 60 días" y de permanecer en el territorio asignado "al menos durante un año". Cumplirá tareas de interposición y de imposición de la paz, las llamadas misiones Petersberg.
La decisión fue ultimada en el Coreper (Comité de Representantes Permanentes, los 15 embajadores ante la UE) del viernes y en el Copo (Comité Político, los directores generales de Exteriores) del domingo. Al texto de la presidencia finlandesa no se le tocó ni una coma; ni siquiera en los asuntos más discutidos como la arquitectura institucional sobre la que debe edificarse la PESC ni de las relaciones con la OTAN o con los miembros europeos de ésta que no pertenecen a la Unión.
La polémica institucional, que quizá se reabra en Helsinki, fue cuádruple. Primero, los suecos y otros neutrales querían que un organismo de nueva creación -el Comité de Gestión Civil de las Crisis- tuviese más relevancia para equilibrar los poderes militares del Comité Político y de Seguridad (Cops). Los demás contestaron que la Comisión ostenta competencias civiles en la gestión humanitaria y que el Coreper es el brazo civil cotidiano de la Unión. Luego siguió la polémica sobre el peso del Cops. Alemania y España propusieron "un perfil claro presidido por el Alto Representante ", explicó el ministro español Abel Matutes. Pero la mayoría disintió. Berlín y Madrid temen que, si el nivel es bajo, su impacto será sólo burocrático. El italiano Lamberto Dini pareció militar en esta postura al abogar por que sus componentes sean "diplomáticos senior" en vez de "senior de nivel de embajador" como rezaba el texto, y no se corrigió.
Hubo una tercera y feroz discusión de detalle: las relaciones de la política exterior y de defensa de la UE con la OTAN. Algunos pretendían acotar sus términos, pero el francés Hubert Védrine abogó por no codificarlas en exceso, argumentando que "antes hay que precisar bien nuestras estructuras" y sólo después coordinarlas con las aliadas. En todo caso, los Quince tendrán en cuenta e invitarán a las actuaciones pertinentes a los países europeos de la OTAN -como Noruega o Turquía- no adscritos a la UE.
El cuarto escollo lo planteaban los muy atlantistas holandeses y portugueses, partidarios de acoger la nueva PESC: frente a ello se amplió el consenso de que la reforma no urge, pues el Tratado de Amsterdam permite crear el Cops, el Comité Militar, la Jefatura de Estado Mayor y el Consejo de Ministros de Defensa que, con carácter provisional, se establecerán el próximo marzo.
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