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Ultimátum ruso a la población de Grozni para que abandone la ciudad antes del sábado

La cuenta atrás ha comenzado. Las octavillas lanzadas ayer sobre Grozni, con la firma del Mando de las Tropas Unificadas de las Fuerzas Armadas de Rusia, contenían un dramático ultimátum, presentado como la "última oportunidad" de supervivencia: quienes no hayan abandonado el sábado la capital chechena "serán considerados terroristas y bandidos y destruidos por la artillería y la aviación" de Rusia. Moscú abrirá, probablemente hoy, un corredor seguro para que los ciudadanos de Grozni que quieran salir de la ciudad lo puedan hacer de una manera segura, sin temor a las bombas rusas.

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La vía de escape para los ciudadanos de Grozni será un corredor abierto hacia Pervomaskaya, apenas dos kilómetros al oeste de la capital de Chechenia. "No habrá más conversaciones", señalaban las octavillas. "Estáis rodeados. Se han bloqueado todas las carreteras que conducen a Grozni. No tenéis ninguna posibilidad de victoria". Un diluvio de bombas lanzadas por la artillería y la aviación ayudaba a hacer más verosímil la amenaza de aniquilación.La hora de la verdad ha llegado para la capital chechena, en la que se calcula que resisten unos 5.000 boievikí (combatientes), que de momento no han tomado la decisión de romper el cerco para replegarse a las montañas del sur.

En las últimas semanas se han dedicado a preparar la defensa de la ciudad minando sus accesos, enterrando gasolina para levantar una barrera de fuego y fortificando sus posiciones para la lucha callejera.

Temor al éxodo

No hay cifras fiables sobre el número de civiles que siguen en Grozni, una ciudad que tenía más de 400.000 habitantes cuando se rompió la antigua Unión Soviética, hace ocho años. Los cálculos oscilan entre 15.000 y 40.000, la mayoría de ellos ancianos, enfermos y rusos que temen menos a las bombas que al éxodo. Éste se presenta lleno de peligros, ya que en la capital chechena no quedan apenas medios de transporte, y la evacuación tendría que efectuarse a pie y soportando los rigores del invierno.

Según el servicio de prensa del Ministerio de Defensa, los combatientes chechenos impiden la salida de los civiles y, en la práctica, los utilizan como escudos humanos. Por su parte, el vicejefe del Estado Mayor, general Valeri Manílov, consideró la exigencia de abandonar Grozni antes del sábado como "un acto de humanidad" destinado a disminuir el número de víctimas civiles, y no como un ultimátum.

Las octavillas lanzadas ayer garantizaban la seguridad de quienes abandonen Grozni, pero no aclaraban si eso era válido para los milicianos. La noche anterior, el primer ministro ruso, Vladímir Putin, se había mostrado favorable por televisión a una amnistía para los boievikí que no hayan cometido crímenes graves. Naturalmente, Shamil Basáyev, el comandante Jatab y otros señores de la guerra no pueden contar con esa salvaguarda, y es dudoso lo que ocurriría si fuese capturado el presidente checheno, Aslán Masjádov, que aparentemente dirige las operaciones militares desde Shalí, unos 35 kilómetros al sureste de Grozni.

Según el servicio de prensa del Ministerio de Defensa, las tropas rusas han conquistado, en tres meses de ofensiva, más de la mitad de Chechenia, con una táctica, inspirada en las guerras del Golfo y de Kosovo, consistente en bombardear sin pausa y en eludir los choques cuerpo a cuerpo que, inevitablemente, se cobrarían miles de vidas. El asalto a Grozni parece descartado de momento. Se intenta tomar la ciudad sin lucha, una vez que los boievikí se convenzan a golpe de bomba de que la resistencia es inútil.

3.000 guerrilleros

La artillería y la aviación machacaron ayer diversas localidades de Chechenia, pero su potencia de fuego siguió concentrándose en Grozni y en Urús Martán, unos 30 kilómetros al sureste, supuestamente defendida por unos 3.000 guerrilleros al mando de Jatab.

Parece que la ciudad, feudo de los extremistas islámicos wahabíes, es una especie de cuartel general de las bandas de secuestradores, que tienen a más de 500 rehenes en toda la república independentista.

En Argún, unos 15 kilómetros al este de Grozni, cuya conquista fue anunciada a bombo y platillo el pasado viernes, las tropas rusas se están encontrando con más dificultades de las previstas en la operación limpieza.

En la misma ciudad y en los alrededores hay algunos focos de resistencia, y los movimientos militares están muy limitados por el temor a minas y trampas explosivas dejadas como un regalo envenenado por los chechenos antes de retirarse.

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