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RYUICHI SAKAMOTO - MÚSICO

"La ópera está muerta"

Ryuichi Sakamoto ha pasado discretamente por Barcelona. Procedente de un concierto con intérpretes indios realizado en territorio británico y camino de su residencia en Nueva York, el polifacético músico japonés se detuvo la semana pasada tres días en la capital catalana para volver a caminar por el paseo de Gràcia, reencontrarse con la arquitectura de Gaudí y la música de Mompou, y rememorar los días olímpicos. Aprovechando la visita, quiso hablar de sus dos inminentes discos previstos para enero -Back to the basic y Cinemage- y de su recién estrenada ópera Life. Sobre este género, lanzó: "La ópera está muerta".Como los divos de las películas, se alojó con nombre falso en una lujosa suite desde la que se divisa con igual claridad la ajada plaza de toros de Las Arenas y la todavía flamante torre de Santiago Calatrava. A pesar de ese aparente divismo, en las distancias cortas Sakamoto es un personaje tierno y cercano. Su aspecto es sencillo, habla bajo, muy bajo, medita cada palabra, sonríe poco, acaricia un huevo de cristal con la figura de un animal en su interior y fuma tabaco light. "Me siento muy ligado al piano", dice refiriéndose a su nuevo disco Back to the basic, íntegramente dedicado a piezas para piano solo. "Cuando tenía tres años comencé a tocar el piano. Fue como mi único juguete, bueno... también tenía un gato, pero era diferente. Crecí con el piano y la música para piano fue la primera que me atrajo: Brahms, Debussy... Así, no es raro que sea el instrumento con el que me siento más ligado y desde hace más tiempo".

Piano sin barreras

Rehúye cualquier etiqueta y quiere dejar claro que esta nueva grabación no es un acercamiento al mundo de la música clásica. "Para mí, sólo es música para piano. El piano es un instrumento eminentemente clásico, pero yo no le pongo límites y hablar de música clásica lo sería. Normalmente las barreras se las ponen otros: los periodistas, por ejemplo. En las tiendas de discos mis grabaciones pueden estar en las cubetas de clásico, de pop, de rock, de electrónica... Igual que nunca pienso en barreras, tampoco pienso en romperlas: en mi interior, simplemente, no existen".

Sakamoto ha escrito e interpretado con igual habilidad música china (por ejemplo, en el filme El último emperador), japonesa (la banda sonora de Feliz Navidad, Mr. Lawrence), mediterránea (la que escribió para los Juegos Olímpicos de Barcelona), pop rock, jazz y un sinfin más de músicas difícilmente catalogables. "No veo diferencias entre la música japonesa y la mediterránea. Cuando escucho o interpreto música nunca pienso qué estilo de música es. Simplemente, es música. Desde muy pequeño me atrajeron cosas aparentemente muy diferentes: de la vanguardia al pop, pasando por el jazz, las músicas étnicas y tradicionales... Las he estudiado todas y todas me gustan". Si el primero de sus dos inminentes discos es de piano, en el segundo, Cinemage, el compositor ha recuperado algunas de sus más famosas bandas sonoras. Dice encontrarse muy a gusto trabajando para el cine. "No es difícil adaptarse a cada director, todo depende de la calidad de la idea que te proponen. Si la idea es buena, el trabajo es sencillo". En Cinemage se ha incluido la composición El mar Mediterrani, que se interpretó en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona y que aún no había sido grabada.

El pasado septiembre, Sakamoto estrenó con notable éxito su primera ópera multimedia, Life. Se muestra beligerante con la ópera entendida en su concepto más tradicional: "La ópera está muerta, murió hace ya bastante tiempo. Lo que me gusta es la palabra ópera porque en latín es el plural de opus, lo que significa muchas obras juntas. La entiendo en ese sentido: un aspecto multimedia que la música sola no puede aportarme".

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