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Herencia condicionada

Las empresas valencianas han heredado los déficits con que arrancó la industrialización de la Comunidad Valenciana. Así lo defiende el profesor de Economía Tirso Irure en su tesis doctoral La industria en el País Valenciano 1960-1975. Un análisis desagregado, dirigida por Aurelio Martínez y Josep Maria Jordán. El estudio repasa las condiciones que marcaron el inicio de la industria en la Comunidad, una industrialización que, pese a que fue decisiva para el desarrollo de las comarcas, acarreó también con algunas deficiencias que, a pesar del tiempo transcurrido, siguen caracterizando el tejido industrial valenciano: sectores tradicionales -ya que la industria valenciana nació como "continuidad de las actividades preexistentes"-, falta de renovación tecnológica, déficit en la vertiente comercial, empresarios de primera generación o reducido tamaño industrial. "Es una situación continuista", afirma Irure.Unos de los aspectos analizados por Irure en su tesis es la evolución del mercado de trabajo durante esa época. La industrialización de la Comunidad Valenciana, según Irure, propició un crecimiento espectacular del empleo industrial -se crearon casi 110.000 empleos netos en el periodo estudiado-, un aumento muy superior al registrado en términos relativos por el Estado español, a los que habría que añadir la aparición de la economía sumergida. Sin embargo, destaca la baja especialización de los trabajadores, motivada por una industria con bajas necesidades técnicas. Este alto nivel de ocupación aparejó altos índices de mujeres trabajando, debido a una extensa industria de temporada y a tiempo parcial. La oferta de mano de obra fue enorme durante este periodo de industrialización, lo que fomentó la inmigración y la desagrarización.

Las empresas valencianas que surgieron en aquella década y media tuvieron un rendimiento notablemente inferior a la media española, diferencia que se fue agrandando por el mayor crecimiento de la productividad de la industria en España. Irure asocia la productividad de las empresas a la cualificación de los trabajadores. A mayor cualificación profesional, más rendimiento, proporcionalidad en la que las empresas valencianas estaban en franca desventaja. Pero dentro de este círculo vicioso, también se tiene que incorporar la gran atomización de la industria, la obsolescencia del equipo industrial, falta de empresas en sectores básicos y reducida incorporación de la innovación, aspectos todos ellos condicionantes de la baja productividad de las empresas valencianas.

Pero el autor de la tesis aún apunta otro factor: la falta de cualificación de la clase empresarial, que "no estaba óptimamente preparada para desempeñar su función: dirigir y planificar el proceso productivo, ni contaba con personal asalariado suficiente, técnicamente preparado, como para que lo hiciese por él".

La industrialización en la Comunidad Valenciana tampoco arrancó bien para los trabajadores en el campo salarial. Las retribuciones medias eran inferiores a los de la industria española en su conjunto. Esto se explica en parte, según Irure, por el exceso de mano de obra procedente del campo. Al mismo tiempo, la baja productividad ya mencionada afectaba negativamente a la nómina que percibían los trabajadores. Sólo allí donde se producjo una alta concentración industrial o en las empresas con mano de obra cualificada, se alcanzaban altos niveles salariales.

Irure defiende que la industria valenciana ha seguido desde aquella época una línea continuista. Las características que conformaron la industrialización se pueden seguir recogiendo en la actualidad en el tejido empresarial. Sólo una apuesta decidida, exigible en buena parte a la administración, conseguiría avanzar en aquellos aspectos que no pudieron mejorarse en el paso de los valencianos a los tiempos modernos.

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