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Responsabilidades

PEDRO IBARRA

ETA se equivoca. Confunde hacer declaraciones políticas con ser un agente político. ETA, al margen de lo que ella piense de sí misma, es un grupo de personas que secuestra y mata a personas y destruye bienes públicos y privados. Y es solo eso porque la gran mayoría de la sociedad vasca considera que es solo eso. Esa mayoría no se siente concernida por la estrategia o propuestas políticas de ETA; esa mayoría la desvinculó -y después arrojó- de la política. De ETA solo le interesa, y le preocupa, saber si va a matar o no va a matar. En consecuencia, lo único que puede hacer la sociedad vasca respecto a cualquier declaración de ETA es decirle que declare lo que quiera, pero que no mate a nadie. ETA debería darse cuenta de que eso es lo que debe -y puede- hacer la sociedad vasca; no puede discutir cuestiones políticas con alguien que, como ETA, no es un grupo dedicado a hacer política.

De la misma manera que ETA está desvinculada de la política, igualmente el Acuerdo de Lizarra está desvinculado de ETA. Sin duda, una de la causas originales del nacimiento de Lizarra debe buscarse en el deseo de pacificar a ETA, en la quizás ingenua intención de que dejase de matar. Pero resulta notorio que ya en su origen, y hoy mucho más todavía, Lizarra es sobre todo la expresión organizada del deseo y la reivindicación de un diálogo que conduzca a un mayor autogobierno al País Vasco. Deseo y reivindicación sostenida (y representada en Lizarra) por una mayoría de la sociedad. Deseo y reivindicación que son y existen lo quiera o no ETA, coincida o no con lo que ETA diga que deba desearse. Parecería solemne majadería deslegitimar ese anhelo colectivo en virtud del pecado/apoyo original de ETA a Lizarra. Solemne y contraproducente, habida cuenta de la cantidad de pecados/ayudas originales (y no tan originales) con la que se han forjado muchos partidos y dirigentes políticos.

Esta doble desvinculación implica dos cosas. Que unos -Lizarra- no debían hacer depender el futuro de esta reivindicación política de lo que diga o haga una organización expulsada de la política por también la mayoría de los que conforman lizarra. Y que otros - Gobierno español y aliados en estas lides- deberían dejar de decir que ETA protagoniza Lizarra, que todos los de Lizarra dependen políticamente de ETA, y cosas parecidas. No sólo porque hoy sea falso, sino por que así le dan categoría política a ETA, categoría que no tiene. El Gobierno se equivoca con este discurso, porque no es posible pensar que le interesa otorgar esa calificación política a ETA.

Es evidente que el Gobierno no es, bajo ningún concepto, responsable o corresponsable, de las acciones de ETA. El Gobierno no puede asumir responsabilidades políticas de acciones no políticas y violentas. Pero el Gobierno sí es responsable de no solucionar el problema de ETA; el Gobierno sí debería intentar negociar con ETA el cómo de su inserción en la sociedad civil y, eventualmente, en la política. El Gobierno también es responsable de no llevar a cabo una política penitenciaria legal y justa, mas allá de lo que ETA diga o haga. Y el Gobierno sí es responsable de impedir el proceso democrático formulado y propugnado en Lizarra. El Gobierno está en su perfecto derecho de no desear más autogobierno para el País Vasco; pero no tiene ningún derecho a impedir que, democráticamente, pueda establecerse ese mayor autogobierno en un territorio que, además, él mismo reconoce con personalidad colectiva históricamente consolidada y diferenciada.

De todo lo dicho se deducen cosas bastante obvias. Que todos debemos exigir a ETA que se olvide de todos nosotros. Y que todos -todos los demócratas al menos- debemos de exigir al Gobierno que no nos impida decidir sobre nuestro futuro político.

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Nota: Tengo la sensación de haber escrito esto antes. Es más, tengo la sensación que todos escribimos y decimos lo mismo (lo mismo de cada uno) desde siempre. Un poco de desaliento.

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