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El euro marca otro mínimo en medio de un enfrentamiento entre el BCE y los políticos

La cotización del euro confirmó ayer las previsiones más pesimistas y cambió en algunos momentos por debajo del dólar. A primera hora, un euro valía 0,9990 dólares, aunque se recuperó y marcó un cambio oficial de 1,0015 dólares, nivel del que apenas se movió durante la jornada y que es el mínimo de su corta vida. Las críticas hacia la política de no intervención del BCE recibieron un contraataque del presidente de la entidad al intervencionismo del Gobierno alemán y los casos de la constructora Holzmann y de la telefónica Mannesmann están en el origen de la nueva caída del euro.

La trayectoria del euro en la sesión de ayer no hizo más que confirmar una tendencia iniciada apenas dos días después de hacerse público su precio oficial el día 31 de diciembre del año pasado, en 1,1667 dólares. La cotización de la moneda europea cayó ayer hasta 0,9990 dólares a primeras horas, en medio de críticas hacia las autoridades monetarias por su aparente pasividad.Otmar Issing, economista jefe y miembro del Comité Ejecutivo del BCE, repitió ayer que "el euro tiene un fuerte potencial para fortalecerse en los mercados de divisas" y, citando al presidente, dijo que "tiene una estabilidad interna y la tendrá, y tiene un fuerte potencial para revalorizarse". Issing destacó, además, la extrema volatilidad de los mercados en los últimos 11 meses y los esfuerzos del BCE para combatirla desde el arranque del euro.

El presidente del BCE, Wim Duisenberg, en declaraciones al diario The Wall Street Journal, trasladó una parte de la responsabilidad de la debilidad del euro al Gobierno alemán, debido a los apoyos para salvar de la quiebra a la empresa constructora Philipp Holzmann y al rechazo a la OPA presentada por Vodafone Airtouch sobre el grupo alemán Mannesmann. Esa actitud del Gobierno alemán habría repercutido negativamente sobre la imagen del euro, aunque sólo haya sido a nivel psicológico. El canciller alemán, Gerhard Schröder, contestó diciendo que son "argumentaciones rebuscadas" y subrayó: "La política alemana la hacemos nosotros".

Actuaciones nacionales

En los mercados de divisas se coincide ampliamente con esa manera de ver las cosas, aunque se amplía al conjunto de la UE. Junto a la actitud protectora del Gobierno alemán sobre empresas de su país se han producido en estos días declaraciones desde el Ejecutivo español señalando el rechazo frontal a una posible compra de Telefónica, al tiempo que se acotaba el sector energético, en particular las sociedades eléctricas, ante cualquier posible compra externa, presumiblemente francesa, y todo como consecuencia de la negativa de Francia a liberalizar su sector eléctrico.

En conjunto, la UE está dando una imagen de coto cerrado, de economía intervenida, que no casa bien con los tiempos ni con la trayectoria de muchas de sus empresas, que compran compañías por todo el mundo como única vía posible de crecimiento, ya que la permeabilidad de las fronteras económicas europeas parece cada día más grande.

La negativa del Gobierno portugués a aceptar los términos de la compra del grupo Champalimaud por parte del BSCH es otra de las evidencias en contra de la supuesta libertad de movimiento de capitales dentro de la UE, y el euro refleja cada día esa enorme contradicción.

Para Duisenberg, ese tipo de actuaciones refleja más el pasado que una dinámica económica orientada hacia el futuro, al tiempo que añadía: "Uno de los importantes problemas a los que debe enfrentarse la economía europea es la ralentización de la economía alemana, confirmada por la actitud del canciller".

Mientras que los políticos y los responsables de la política monetaria de la UE se pasan la pelota, los industriales están encantados por la creciente competitividad de sus productos. Un euro vale menos que un dólar -el 14,20% menos que cuando se fijó su paridad por primera vez-, y eso puede producir enormes beneficios para las empresas exportadoras, aunque encarece la factura de las importaciones, en particular la del petróleo.

Ésta es la única realidad objetiva en la trayectoria del euro, mientras que el resto pertenece al terreno de las hipótesis. El principal argumento que se esgrime a favor de la recuperación del euro se refiere a las fuertes expectativas de crecimiento de la UE, pero los últimos datos conocidos indican un descenso de las previsiones de crecimiento para este año en una décima, hasta el 2,1%, desde el informe de primavera, mientras en Estados Unidos la solidez mostrada da todavía más fuerza al dólar.

Para algunos observadores, ese potencial de crecimiento de la UE puede pasar, precisamente, por un euro competitivo que asegure los beneficios empresariales y la creación de empleo.

Otra de las razones que se han utilizado últimamente para explicar la caída del euro está en la economía norteamericana. Estados Unidos crece con fuerza, el 5,5% en el tercer trimestre de este año, y la tasa de desempleo se mantiene en mínimos históricos, el 4,1% en noviembre, lo que permite hacer una lectura de la cotización del euro y el dólar desde la perspectiva de una economía muy fuerte ante otra en fase de recuperación.

Duisenberg ha repetido en varias ocasiones que el euro no estaba débil, sino que era el dólar el que estaba muy fuerte, paradoja a la que habría que añadir el enorme diferencial de tipos de interés entre la UE y Estados Unidos, de 2,5 puntos a favor del dólar, lo cual también influye en su orientación alcista.

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