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Asalto a la embajada

El 31 de enero de 1980, todos los miembros de la Embajada española en Guatemala, excepto el embajador, Máximo Cajal, murieron en el incendio que se produjo por un cóctel molótov lanzado por uno de los campesinos que pocas horas antes habían ocupado la legación en protesta por las acciones represivas que el Ejército guatemalteco ejercía en el Quiché. A la muerte de las 37 personas que ocupaban la sede diplomática contribuyó de forma definitiva el brutal y sangriento asalto a tiros de la embajada que perpetró la policía guatemalteca. El padre de Rigoberta, Vicente Menchú, murió carbonizado dentro de la sede. El primer secretario de la embajada, Jaime Ruiz del Árbol, también perdió la vida en el asalto. Además del embajador, por cuya vida se temió durante unos días por ser "un testigo incómodo", hubo otro único superviviente del violento asalto realizado por la policía: Gregorio Yuja era secuestrado del hospital donde convalecía y arrojado desde un automóvil en marcha en medio de una calle con el cuerpo cosido a balazos.

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