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El cura se queda sin caja

La Ley de Cajas andaluza obligará a Miguel Castillejo a retirarse de la presidencia de CajaSur tras 25 años

Tereixa Constenla

"Después de bendecir a los feligreses de la iglesia de la Merced, el sacerdote subió a su automóvil oficial con un rumbo en el entrecejo: un callejón oscuro de la carretera del aeropuerto de Córdoba. Había anochecido hacía rato. El frío era intenso cuando el canónigo entró en la vivienda de Paquito Cabello, un niño de ocho años que depende de la respiración asistida durante 24 horas: "Paquito, hemos venido a ayudarte. Te vamos a comprar el respirador para que te ayude a vivir mejor". De esta guisa narró un redactor local de Córdoba el gesto de Miguel Castillejo Gorráiz, sacerdote, licenciado en Ciencias Políticas y Económicas, doctor en Filosofía y presidente de CajaSur, la segunda caja de ahorros más pujante de Andalucía, después de Unicaja.La singularidad de Castillejo, un hombre culto y de sólida formación intelectual, arranca probablemente de su doble condición de administrador de millones y cura. De combinar el servicio a la Iglesia con los ahorros de muchos de sus feligreses sin que ello le genere aparentes conflictos espirituales o financieros. Al primero lo cuida con los oficios religiosos que celebra con regularidad -en las asambleas oficia la misa para los colegas que quieren asistir- y con actos de caridad tradicional como el del pequeño Cabello. Dicen, además, que se identifica su presencia en el confesonario por la cola que se forma.

Al segundo lo sirve, desde hace 25 años, como presidente del Monte de Piedad, primero, y después, de CajaSur, fruto de la fusión de la primera con la caja de ahorros propiedad de la Diputación de Córdoba en 1995. A sus 70 años, Castillejo está al frente de una entidad que cerró 1998 con 2.027 empleados en nómina, una red de 510 oficinas y un beneficio antes de impuestos de 13.270 millones de pesetas. De ellos, unos 3.700 millones se destinaron al presupuesto de la obra social y cultural de este año, probablemente uno de los más generosos de las cajas de ahorro andaluzas y uno de los pilares sobre los que se asienta el poder de CajaSur en la sociedad cordobesa. Cualquier asociación de vecinos acude antes a la obra social para pedir una ayuda que al Ayuntamiento de Córdoba para solicitar una subvención.

Allá donde otras iniciativas -privadas o públicas- no llegan lo hace la entidad, que igual financia un centro para promocionar a jóvenes que sueñan con el toreo (Castillejo es gran aficionado a los toros y amigo de Finito de Córdoba), que constituye un depósito aduanero para que los joyeros -uno de los cimientos de la economía local- importen sus materias primas en condiciones ventajosas. Calibrar el poder real de CajaSur, accionista del diario local Córdoba, resulta una tarea harto difícil. Miguel Castillejo, a decir de un político andaluz, es un hombre con gran habilidad para moverse "en la geometría del poder" y que hubiera disfrutado horrores como cardenal en tiempos de los Borgia. En una entrevista de 1996 confesaba cierta "vanidad" por su trabajo, pero atribuía su papel a un signo de obediencia. "Si el móvil de mi vida fuera el poder, yo ya hubiera dado un giro a mi vida", sostenía.

Sus detractores le pintan como un hombre todopoderoso, que ha extendido tentáculos por cada rincón de la sociedad cordobesa. Después de las elecciones municipales del pasado 13 de junio, los aún candidatos de IU y PSOE, Rosa Aguilar y José Mellado, respectivamente, llegaron a criticar públicamente "el intervencionismo" de CajaSur en la política local, por intentar impedir el pacto de la izquierda. "Que salga el señor Castillejo y explique cuáles son sus intereses para que gobierne el PP", retó el socialista.

Pero el sacerdote, que es prelado de honor de Juan Pablo II, no recogió el guante. De su proverbial discreción hablan allegados y adversarios -y de ambas partes tiene muchos- como uno de sus rasgos más acusados. Más que dar órdenes delicadas, Castillejo las dibuja con sobreentendidos y sutilezas, pero una contrariedad puede desatar un furor bíblico, que sus allegados suavizan como una cuestión "de carácter".

La ley de cajas andaluzas, aprobada el miércoles por el Parlamento andaluz con el rechazo del PP, ha sido la gran contrariedad de los últimos meses. La nueva norma autonómica obliga a jubilarse a los 70 años a todos los miembros de los órganos de gobierno de las cajas andaluzas. Para Castillejo, 70 años cumplidos, significa el retiro automático.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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