Una joven de 18 años deja a su bebé en un solar tras dar a luz en un baño
Le llaman Emilio y pesó tres kilos. No nació en un hospital. Emilio vino al mundo en un pequeño cuarto de baño de una humilde casa del populoso barrio de Tetuán. Unos minutos después de ver la luz, el bebé fue abandonado por su madre, María Belén T., una ecuatoriana de 18 años, en un descampado situado a 25 metros de su domicilio.Emilio tuvo la suerte de nacer dos veces; la segunda, en el mostrador de la comisaría de Tetuán, al que llegó tras la denuncia de una mujer. En ese lugar, dos policías, ayudados por la mujer de la limpieza, le dispensaron los primeros auxilios antes de trasladarle al hospital La Paz. El bebé descansa desde ayer en una incubadora del centro sanitario. Su madre tendrá que responder ante el juez por abandonar a su recién nacido.
Eran las ocho de la mañana y los termómetros de Tetuán marcaban seis grados. Una vecina del barrio paseaba a su perro como todos los días. El animal se empeñó en olisquear una bolsa grande de El Corte Inglés que había junto a un coche blanco, en medio de un gran charco. Por mucho que tiraba de la cadena, la dueña del animal no lograba separarlo de aquel bulto; de repente, su curiosidad se puso también en marcha. De la bolsa salían unos gemidos. Parecían de "un gato recién nacido, de un perro o tal vez de un niño", relata. Nerviosa, la mujer se dirigió a la comisaría más próxima: "¡Policía, policía, vengan, vengan; ahí, en ese descampado, hay algo o alguien!".
Máximo Rodríguez y José Antonio Lorenzo, los dos agentes que acababan de entrar de servicio, salieron alarmados ante los gritos de la mujer. Fue Máximo el primero en llegar junto a la bolsa: "La cogí y en seguida me di cuenta de que era un bebé recién nacido".
A toda carrera, los policías llegaron a la comisaría. A los nervios del momento se unió una gran preocupación: "El niño o la niña, porque no me había fijado mucho en lo que llevaba en brazos, había dejado de llorar. Entonces pensé que se me había muerto", dice Máximo, que, cuando llegó con el bulto, apartó a un lado los cachivaches que había sobre el mostrador de la comisaría y llamó a la encargada de la limpieza: "Pilar, tú que tienes un niño, ayúdame a ver lo que podemos hacer con esto".
Entre los dos sacaron al bebé de la bolsa y retiraron un felpudo de baño con restos de sangre en el que iba envuelto. Cuando el pequeño quedó desnudo sobre el mostrador, Máximo y Pilar se dieron cuenta de que su trabajo no había hecho nada más que empezar.
El crío tenía todavía el cordón umbilical y la placenta colgando. Pilar, la más decidida en esos momentos, tomó unas tijeras y, antes de cortar, hizo dos nudos por cada extremo del cordón con hilo de su costurero.
La policía sospecha que la madre abandonó a su hijo porque carecía de papeles y estaba sola
Cuando el niño quedó liberado del felpudo con el que le arropó su madre antes de abandonarle en la calle, el policía le protegió con un jersey a modo de arrullo y lo dejó en manos de los médicos del 061, que lo trasladaron a La Paz en una ambulancia. Allí el pequeño quedó al cuidado del departamento de neonatología. Los agentes se dispusieron entonces a investigar lo sucedido.Las primeras pesquisas llevaron a los agentes al número 34 de la calle Múller. Un bloque de cuatro alturas al que se accede por un portal pequeño con una escalera estrecha. En el segundo piso del edificio viven desde hace algún tiempo un grupo de jóvenes ecuatorianas. Una de ellas fue encontrada por la policía tumbada en la cama con síntomas de sentirse indispuesta. Minutos después, la joven, María Belén T., confesó que había dado a luz por la mañana a un bebé.
Tres personas aportaron la información necesaria para encontrar a María Belén. Una de ellas, Pedro, trabaja como barrendero en el barrio y explicó a los agentes que había visto a una joven bajita y morena salir de un portal con gestos de dolor, una bolsa de plástico en una mano y la otra en el vientre.
La muchacha, que admitió ante los policías que había abandonado al recién nacido en el descampado, situado a 25 metros de su casa, fue trasladada a la comisaría, y de allí, en ambulancia, al hospital La Paz.
María Belén tuvo que ser sometida instantes después de ingresar a una intervención quirúrgica de urgencia para repararle los daños sufridos en un parto sin medios, ni ayuda, en la soledad de un pequeño cuarto de baño. La joven fue detenida por la policía y quedó bajo vigilancia en una cama del centro a la espera de prestar declaración ante el juez.
Fuentes policiales indicaron a este periódico que la joven madre había tratado de ocultar a sus conocidos el embarazo usando ropa amplia. En sus primeras declaraciones, la muchacha explicó que cuando supo que estaba embarazada abandonó la casa de su madre, y poco después su novio la abandonó a ella porque no quería saber nada del crío.
La madre de María Belén T. se enteró por la radio de que una joven había abandonado a su recién nacido y sospechó que se trataba de su hija. Entonces llamó a la comisaría de Tetuán. "Nos dijo", explica José Antonio Lorenzo, uno de los agentes que socorrieron al pequeño, "que la joven podría tratarse de su hija, de la que no tenía noticias desde que huyó de su casa".
Los investigadores que se han hecho cargo de este caso manejan la hipótesis de que la muchacha es una inmigrante que carece del permiso de residencia y no se atrevió a acudir a un hospital público para dar a luz a su bebé.
Hipotermia
El primer reconocimiento médico que se le hizo al pequeño en La Paz no resultó tranquilizador. El doctor Federico Hawkins, que le atendió, explicó que el bebé había ingresado en el centro con síntomas de hipotermia. "Su cuerpo estaba a 31 grados cuando lo normal es que tuviera cinco grados más. El niño es moreno y con mucho pelo. Por la humedad que presentaba su ombligo en el momento de su llegada al centro, todo indicaba que su nacimiento se había producido dos horas antes. Su desarrollo correspondía a un recién nacido de 38 semanas de gestación y no de 40, como es lo habitual". El niño evolucionó ayer satisfactoriamente, aunque los médicos de La Paz explicaron que debido al tiempo que pasó en la calle existía el riesgo de alguna complicación en su estado. "Los críos que sufren una hipotermia están expuestos a padecer horas después convulsiones. Por eso ha quedado ingresado bajo observación en la unidad de reanimación de la planta de neonatología", indicó ayer el doctor Hawkins.
"Llevo 25 años como médico, he visto varios casos como éste y todos son dolorosos", confesó Hawkins. "Es muy duro pensar que alguien puede abandonar a un recién nacido en estas circunstancias".
Pero el crio no está solo. Todas las enfermeras del departamento se han volcado en su cuidado y hasta le han puesto un nombre provisional: Emilio, en recuedo del padre de una compañera que murió horas antes de que el bebé viniera al mundo.
Ayer a media tarde, José Antonio y Máximo, los dos agentes que socorrieron al pequeño Emilio en comisaría, pidieron permiso a su jefe para acudir al centro hospitalario y conocer al pequeño. Los policías, fornidos y cincuentones, se emocionaron al ver cómo dormía el pequeño en una incubadora.
La supervisora de la unidad de cuidados intensivos de neonatos explicó que si el crío evoluciona satisfactoriamente estará todavía bajo el cuidado del personal del centro sanitario durante dos o tres semanas. Luego será la asistenta social del hospital y los servicios de la Comunidad quienes decidirán el destino de Emilio.
Ayer el hospital recibió numerosas llamadas para interesarse por el bebé y ofreciéndose a hacerse cargo de él. Incluso hubo gente que se acercó hasta La Paz para llevarle algunos regalos. El caso de Emilio se suma a los 55 casos de abandono de menores que se han producido en Madrid en 1998.
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