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Un payés tenaz convertido en político

Ni el mismo Josep Grau (Mollerussa, 1945) podía imaginarse hace 16 años, cuando dejó los aperos agrícolas para dedicarse en cuerpo y alma a la política, que su meteórica carrera desembocaría en el Gobierno de la Generalitat, como consejero de Agricultura, Ganadería y Pesca. Pocas veces un payés sin titulaciones académicas -cursó el bachillerato y estudios mercantiles- ha tenido en sus manos tanto poder político como él, ni nadie ha conseguido llegar tan alto en tan poco tiempo.La biografía política de Grau, casado y con dos hijas, es tan corta como intensa. El convergente se define como "un payés de profesión y político por vocación", y cuando alguien le pregunta en qué circunstancias llegó a la política él siempre explica que fue por casualidad. Recuerda que fue en 1983, cuando Magí Carné, su antecesor en la alcaldía de Mollerussa, le propuso entrar en su candidatura porque necesitaba una persona con su perfil, es decir, un pencaire (trabajador). "Yo trabajaba en una explotación agraria y ganadera familiar y mi primera reacción fue rechazar la propuesta porque en aquel momento no tenía ninguna aspiración política. Me lo tuvo que pedir tres veces para convencerme", rememora.

A partir de entonces su vida dio un vuelco espectacular. Fue nombrado concejal de urbanismo, se hizo militante de Convergència Democràtica(CDC) y su reticencia inicial evolucionó hacia el entusiasmo. Grau pasó de dedicarse a sus ocupaciones de payés de sol a sol a desarrollar una intensa actividad política y municipal a partir de 1987, tras ser elegido alcalde de Mollerussa y miembro de la Diputación Provincial de Lleida, institución que ha presidido en los últimos doce años con un elevado porcentaje de aciertos, como reconocieron el lunes, en su despedida, todos los grupos de la oposición. Se dice de él que siempre gana las batallas que inicia y su primera victoria fue convertir Mollerussa en capital de una nueva comarca, el Pla d"Urgell. Después se empeñó en salvar la línea férrea entre Lleida y La Pobla de Segur y ha conseguido que Renfe modernice sus instalaciones y las traspase a la Generalitat. Otro de sus logros ha sido la promoción económica y turística de todas las comarcas leridanas, en especial de las zonas de montaña.

Los inicios de Grau en la política fueron sosegados, siempre a la sombra de otros dirigentes del partido, pero su talante campechano y dialogante le hizo ganar popularidad entre sus compañeros a medida que se multiplicaba su poder político y se convertía en el hombre de confianza en Lleida del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. El político leridano presume veladamente de tener a Pujol como avalador, una circunstancia que, obviamente, le ha abierto muchas puertas en su carrera política, aunque él asegura que la clave del éxito ha sido el carácter que se forjó durante su etapa de payés. Su lema Madrugar, trabajar, producir y pagar le ha acompañado también en sus tareas de despacho.

Grau pertenece a esa raza de políticos que han surgido de la nada y que cuando tienen las ideas claras las defienden hasta sus últimas consecuencias. Tal vez por eso es una persona que goza de gran carisma entre sus compañeros de partido y sus subordinados. Con la sencillez y prudencia que le caracterizan -no es de los que se les sube el humo a la cabeza-, nunca ha evitado el debate político, ni ha rehuido los problemas inherentes a los cargos que ha desempeñado, ni ha dejado de responder a las preguntas de los periodistas por incómodas que fueran.

El nuevo consejero de Agricultura tiene un carácter fuerte, algo que ha demostrado en numerosas situaciones, especialmente en 1992, cuando hizo valer su poder para acabar con la crisis más aguda que ha atravesado la dirección de CDC en Lleida. En aquel momento no le tembló la mano a la hora de defenestrar a Estanis Felip, presidente de la intercomarcal y próximo a Miquel Roca, y poner en su lugar a Isidre Gavín, una persona de su total confianza. Siete años después, Grau ha rehabilitado a Felip proponiéndole como delegado de la Generalitat, lo cual ha sido interpretado como un síntoma de normalidad en el partido.

A pesar de estar bien considerado en la cúpula del partido, a Grau se le ha manifestado en alguna ocasión la vena disidente que lleva dentro. En 1995, en vísperas de las elecciones municipales, defendió la opción norte para el trazado de la autovía entre Cervera e Igualada, cuando la Generalitat y el Parlament catalán eran partidarios del desdoblamiento de la actual carretera N-II. En este tema, como en otros muchos, siempre mantuvo el mismo criterio y dijo en voz alta aquello que pensaba sin miedo a posibles represalias del partido. "Cuando defiendo cuestiones que afectan a mi territorio no me importa discrepar de la Generalitat", dijo entonces. Después de las últimas elecciones generales fue el primer dirigente nacionalista que se mostró contrario a pactar con el Partido Popular.

Grau reúne otras muchas virtudes personales que, en opinión de quienes han sido sus principales colaboradores en la Diputación de Lleida, le auguran un porvenir brillante, pero entre todas destacan su oratoria, su espíritu negociador y su gran facilidad para conectar con la gente. Pujol hace mucho tiempo que pensó en él como sustituto de Marimón al frente de Agricultura, pero prefirió que se curtiera un poco más en la Asociación Catalana de Municipios, entidad que ha presidido en los últimos tres años y medio.

El nuevo consejero de Agricultura ha reconocido que el nombramiento ha colmado sus aspiraciones políticas, aunque no esconde la responsabilidad que siente al asumir una de las parcelas más conflictivas de la Generalitat.

Grau, un gran conocedor del territorio, sabe que el éxito o el fracaso dependerán muchas veces de fenómenos naturales, pero dice estar preparado para afrontar la misión que se le ha encomendado. Para ello tendrá que negociar con uno de los sectores más combativos y reivindicativos, en los que los sindicatos agrarios tienen una gran capacidad de movilización. Grau afirma que su gran reto será desarrollar el programa agrario del partido y mejorar las relaciones con los sindicatos, una de las asignaturas que no supo aprobar su antecesor. "Lo primero que haré será brindar un clima de diálogo y de colaboración con los sindicatos agrarios por encima de las diferencias", aseguró.

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