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PEDIATRÍA Neonatología

Un estudio avala el poder analgésico del chupete y el agua azucarada

Calmar el dolor del recién nacido al sacarle sangre, pincharle o hacerle alguna otra maniobra dolorosa en un hospital no es tan complicado. Un chupete mojado en agua azucarada ha demostrado ser un método analgésico eficaz, de acuerdo con un estudio realizado por un grupo de pediatras franceses. Los investigadores sugieren que esta conducta tan sencilla y segura debería ser más ampliamente seguida.

Lo que ha demostrado el equipo del pediatra Ricardo Carbajal, del hospital de Poissy, en Francia, es algo que ya ponen en práctica muchos padres cuando lloran sus hijos de corta edad, pero quizá no tanto el personal sanitario al realizar algunas pequeñas intervenciones de rutina en los recién nacidos.El estudio, publicado esta semana en la revista British Medical Journal, ha sido realizado con 150 recién nacidos para evaluar la eficacia analgésica del chupete y las soluciones azucaradas, tanto por separado como de forma combinada, ante una intervención rutinaria como es la extracción de sangre en los primeros días de vida. Para medir el dolor, los médicos franceses utilizaron una escala normalizada que tiene en cuenta la expresión facial, el movimiento de los miembros y los gritos de dolor.

Tras evaluar los efectos analgésicos del chupete y el agua azucarada, llegaron a la conclusión de que el chupete es mejor analgésico que el agua azucarada, pero que el mejor método para aliviar el dolor de los neonatos era la combinación de ambos procedimientos.

Opiáceos endógenos

Carbajal sugiere que el poder analgésico del agua azucarada se debe probablemente a la activación de unas sustancias analgésicas naturales del organismo: los opiáceos endógenos. El mecanismo por el que los chupetes calman el dolor es desconocido, aunque estos investigadores apuntan un posible efecto de "dominancia sensorial" por el cual la sensación del chupeteo es tan intensa que les distrae de cualquier sensación dolorosa.En un artículo editorial publicado en la misma revista, Imti Choonara, profesor de salud infantil en la Universidad de Nottingham, Reino Unido, explica que la importancia de este trabajo no está en la posibilidad de cambiar los hábitos de los padres, sino en que "estimulará a a los profesionales de la salud a modificar su conducta hacia los recién nacidos".

Tratar el dolor de los recién nacidos es esencial, no sólo por razones éticas, sino porque el dolor puede disminuir la oxigenación e incrementar la presión intracraneal. El dolor es una experiencia subjetiva que los recién nacidos no pueden ni saben manifestar de la misma forma que los niños mayores o los adultos. Choonara reconoce: "Todavía sabemos demasiado poco sobre qué alivia el dolor de los bebés".

En un trabajo publicado recientemente en la revista Developmental and Behavioral Pediatrics, se apuntaba que el dolor y el estrés en los neonatos pueden alterar su respuesta al dolor y su reacción ante el estrés cuando se hagan adultos.

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