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Puntas microscópicas detrás del cristal

Lo mismo que las pantallas ultraplanas han invadido el mercado, las tecnologías para mejorarlas compiten en los laboratorios. Se busca a toda costa la forma de eliminar el prominente tubo de rayos catódicos -un haz de electrones que va barriendo la pantalla y que necesariamente debe ser tan largo como la diagonal de la propia pantalla-, pero sin perder calidad de imagen. Las pantallas de cristal líquido parecen una buena solución, excepto por un detalle: en ninguna de sus múltiples versiones puede ser vista la imagen desde cualquier ángulo. Una pantalla de este tipo no puede ser instalada en un bar para que los clientes vean el partido de fútbol. Las pantallas basadas en el principio de la emisión de campo solucionan este problema. Funcionan igual que las de rayos catódicos -excitando los fósforos fluorescentes de la pantalla-, pero en vez de un único y potente haz de electrones, cada pixel de la pantalla tiene tras de sí su propio emisor de electrones: millones de micropuntas fabricadas con la misma tecnología con que se hacen los chips.

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Electrones eficaces para nuevas pantallas

Así se logran pantallas de espesor de milímetros, capaces de mostrar imágenes de gran calidad y alta resolución. Además, funcionan con un voltaje menor y su gasto, por tanto, debería ser más bajo.

Sin embargo, la tecnología es aún cara y por ahora no ha salido del laboratorio, aunque empresas como Motorola empiezan a comercializarla combinada con el cristal líquido, y otras como Pixtech comercializan ya algunas pequeñas pantallas para usos médicos.

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