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Muere el exiliado al que por su enfermedad Iberia negó un pasaje de Lima a Madrid

Mariano Camarero, de 82 años, el exiliado al que Iberia negó un pasaje de Lima a Madrid por hallarse gravemente enfermo y temer que pudiera morir en el viaje, falleció el pasado jueves en Valladolid, en el domicilio de su hermana, tras complicársele su enfermedad. Después de haber pasado 50 años en Brasil y Perú, quería regresar a España, y finalmente pudo hacerlo a últimos de octubre en un vuelo de la compañía holandesa KLM.

Mariano Camarero, sindicalista de la UGT y luchador antifranquista, fue encarcelado al comienzo de la guerra civil tras ser detenido junto a otros compañeros de la central que defendían con él la Casa del Pueblo de Valladolid. Tras cinco años de prisión, un servicio militar obligatorio de otros dos en Canarias y un buen número de trabajos obligatorios, como el de albañil, debido a su condición de penado en la contienda, decidió exiliarse."Le ahogaba la falta de libertad", relataba pocos días antes de su regreso a Valladolid su hermana Catalina, de 84 años. Sin embargo, su sobrina Mari, responsable con su marido de la vuelta de Camarero a las calles de su juventud, afirmó tras su entierro que en los 13 días que ha pasado con su familia "no tuvo ni una mala palabra ni un reproche para nadie"; ni para los vencedores del levantamiento militar, que le echaron de España por defender sus ideas, ni para Iberia, cuyos servicios médicos le obligaron a realizar un viaje de casi 20 horas con KLM cuando con ella podría haberlo reducido a la mitad de tiempo.

Iberia prohibió el embarque de Camarero y de su acompañante, un médico peruano, "ante el temor", según fuentes de la compañía, "de que falleciese en el trayecto", con el consiguiente trastorno para el resto del embarque.

Camarero, que ni siquiera ha podido pasar dos semanas con sus familiares, recibió en sus últimos días la solidaridad de algunos de los compañeros con quienes compartió celda en la cárcel de Burgos. La UGT le estaba preparando un homenaje con esos mismos sindicalistas, quienes, al conocer su odisea, intentaron ayudarle en la medida de sus posibilidades en su retorno. Al menos, Camarero sí consiguió cumplir uno de los deseos que abrigó desde que abandonó España: "Volver como un hombre libre".

Al día siguiente de su llegada a Valladolid, el 29 de octubre, y en declaraciones a Radio Nacional de España, Camarero explicó, con su voz cansina y agotada por su cáncer terminal y el viaje, que quería ver "los cambios que el tiempo había obrado en su barrio, en la calle de la Unión", donde paso su infancia y su juventud.

Murió el jueves, como decía su sobrina, "sin una mala palabra para nadie; sin un solo reproche". Sus familiares, en cambio, no pueden olvidar que, con la colaboración de Iberia, podría haber pasado algún rato más junto a ellos.

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