Inercia de hambre
LA HUELGA de hambre iniciada por 20 presos de ETA y secundada durante unos días por varios parlamentarios de Euskal Herritarrok (EH) ilustra las contradicciones actuales del nacionalismo radical. Seguramente porque ETA duda todavía entre regresar o retirarse del todo. Y ello afecta a todo el nacionalismo..Hace 40 años, antes de decantarse en favor de la violencia, ETA discutió la posibilidad de practicar métodos de resistencia pasiva. Pero se trataba de practicarlos contra el franquismo, régimen que impedía actuar por "vías políticas y democráticas". Ahora Otegi justifica el uso del parlamento autonómico para ayunar y lanzar una campaña por la liberación de los presos alegando que se limita a reivindicar pacíficamente el "elemental principio de sentido común" de que "los presos puedan participar en el proceso de paz". No es de sentido común reivindicar la liberación de los activistas presos sin exigir a ETA su autodisolución. La huelga de hambre podrá ser resistencia pasiva, pero es un contrasentido reivindicar a Gandhi y apoyar al quien roba ocho toneladas de explosivos.
El nacionalismo democrático ha venido justificando su apuesta de Lizarra con el argumento de que era imprescindible para favorecer la participación institucional del mundo radical. Ibarretxe demoró siete meses la firma del acuerdo de legislatura a fin de asegurarse de que EH apostaba "de manera inequívoca por las vías exclusivamente políticas y democráticas". Es cierto que llevamos más de un año sin atentados, pero ETA sigue resistiéndose a abandonar el escenario y no cesa la intimidación callejera. La integración de EH en las instituciones es dudosa: compatible con el boicoteo a las próximas elecciones generales y con la negativa a apoyar en el Parlamento una resolución que reproduce literalmente el compromiso con la vía pacífica que aceptó para el pacto de legislatura.
De la consigna de acercamiento de los presos por razones familiares se pasó sin explicación a la de repatriación a cárceles vascas. Ahora ya se exige la amnistía inmediata: no como resultado del proceso, sino como condición del mismo. La duda es si el nacionalismo democrático resistirá o se dejará arrastrar por una dinámica que controlan otros.
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