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Uno y dos hacen tres

JAVIER UGARTE

Uno. Todos los indicios apuntan a que el actual marco institucional no será variado en el plazo de los próximos años. Demasiados intereses creados, una sociología que no permite otros encajes que no sean los actuales -sobre todo esto- y la ambigüedad o la elevación al grado de utopía de los teóricos de la "segunda transición", así parecen señalarlo.

Podrán oírse muchas cosas, pero la actual trama de poder en el País Vasco está sólidamente asentada en la estructura que deviene del Estatuto: desde las Diputaciones al Gobierno vasco, de la administración a las mil y un empresas semipúblicas y la propia economía del país dependen de un buen funcionamiento del sistema estatutario. Si en Álava -en donde el PNV, el partido clave en todo este juego, se halla hoy desplazado del poder- se oyen voces que avalan la vigencia del Estatuto de Gernika, qué no se oirá en privado en Guipúzcoa o Vizcaya donde se gestiona ese poder día a día. Lo de que "no es sino una carta otorgada" (sabrá el buen hombre lo que es una carta otorgada), son servidumbres que tiene gente como Egibar para seguir saliendo en la foto con Otegi (¿pagará Roma a traidores?).

Sobre la sociología poco hay que decir. Nadie se imagina hoy a Navarra votando por la integración en un proyecto político único con las otras tres provincias vascas, se llame éste Euzkadi, Euskadi o Euskal Herria. ¿Qué decir del País Vasco francés? La territorialidad no es sino un banderín de enganche para consumo interno. En cuanto a la soberanía, propongan ustedes a esa mitad de la Comunidad Autónoma del País Vasco que vota nacionalista que prescinda del txikiteo del domingo por ella y les mandarán a la porra. Lo que quiera que sea el País Vasco a medio plazo va a depender del rumbo que tome Europa, que es, como se sabe, un proyecto de los Estados europeos.

En cuanto a la "segunda transición", no es sino quimérica para toda esa caterva de ex izquierdistas y nacionalistas radicales que pululan de un tiempo para aquí. Para el PNV es pura ambigüedad. El proyecto de ponencia política para su póxima Asamblea General (un cúmulo de generalidades en el que no hay ni un mínimo análisis jurídico de España, el País Vasco o Europa, ni un solo análisis económico o sociológico, ni tan siquiera un análisis político) se ocupa más de guardar la ropa del Estatuto que de nadar hacia el soberanismo. Pura demagogia, y de la barata.

Y dos. Sin embargo, se incuba el huevo de la serpiente. ¿Qué es eso de que hoy hay "vascos de este lado" y "vascos de aquel lado"? Ese es el fundamento de todo totalitarismo: negar la ciudadanía al discrepante. Después viene la marginación, la censura, el apedreamiento o la quema de sus propiedades. La amenaza de muerte y la falta de libertad. ETA vive aún, y amenaza por el mero hecho de estar ahí. ¿Acaso el nacionalismo no puede mantener su hegemonía por otros medios? Lo hizo en otro tiempo.

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Hemos visto ejemplos estos días (alguno muy cercano) en que a ciudadanos de este país por opinar en voz alta, se les ha quemado el coche o el almacén. Y, lo que resulta más grave, las autoridades (incluidas las en otro tiempo comprometidas académicas) les han negado el amparo para no dificultar el "proceso". ¡Por favor! Ese proceso debe frenarse por todos los medios. Y primero los legales, ¿o es que no vivimos en un Estado de Derecho?

Uno y dos hacen tres. ¿Dónde está el lehendakari? Es más difícil de ver que Wally, el camuflado. Falta liderazgo político y falta liderazgo social. La lógica de las realidades puede imponerse. Pero ha habido sociedades en este siglo que termina que se han autoinmolado por su propia cobardía y falta de visión.

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