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Benedetti se adapta a la poesía más breve en "Rincón de haikus"

El escritor dice que todo cabe en tres líneas

Cuenta Mario Benedetti en el prólogo a este libro que fue Cortázar quien le acercó al extraño mundo del haiku, ese poema japonés de tres líneas, ni una más, que hace de la rigidez virtud. Después se leyó cientos, miles de ellos, "hasta el empacho", y se puso a escribirlos. "A la manera tradicional más pura, respetando la pauta silábica 5-7-5", explica. El resultado fue presentado ayer en la Casa de América, se titula Rincón de haikus, lo ha editado Visor en edición de semilujo y contiene 224 poemitas. "Aunque parezca mentira, en tres líneas cabe todo".

Que nadie se asuste. Él minimalista escribano de haikus que firma este libro sorprendentemente grueso para las escasas letras que contiene, y que se edita simultáneamente en Buenos Aires, Montevideo y México, es el mismo poeta uruguayo llamado Mario Benedetti de siempre, sólo que ahora en formato mucho más breve (17 sílabas acotadas en tres líneas que siguen la pauta clásica 5-7-5-) y con unos versos que, muchas veces, recuerdan las coplas del romancero flamenco. Por ejemplo: En la razón/ sólo entrarán las dudas/ que tengan llave. O: Pasan las nubes/ y el cielo queda limpio/ de toda culpa. O éste: Me gustaría/ mirar todo de lejos,/ pero contigo. O estos otros: La vida es breve/ lo afirmaron a dúo/ Falla y Onetti. Y: La mariposa/ recordará por siempre/ que fue gusano.Por lo demás, ahí está el Benedetti de siempre: el del amor y el compromiso; la ironía, el exilio y la ternura; la desesperanza a ratos y los paisajes... El poeta cercano al mundo de ahora y a la gente que lo lee. "Sí, es la primera vez. Veremos cómo cae. Yo creo que habrá un primer peldaño, la sorpresa, y luego dos reacciones: a unos les gustará y a otros no".

Se le ve contento, tan joven como siempre, a los 77 años, a pesar del "dolor previsible" que le ha causado la muerte de Alberti. ¿Pero cómo surgió la idea de hacer haikus? "Lo hice porque me parecía un desafío muy lindo", contesta. "Siempre me había gustado ese envase lírico tan peculiar, desde que lo descubrí a través de un título póstumo de Cortázar en el que incluía un verso tomado de un haiku de Matsuo Bashoo, Salvo el crepúsculo".

El haiku de Bashoo (1644-1694) decía: "Este camino/ ya nadie lo recorre/ salvo el crepúsculo". Benedetti se enteró después de que lo había traducido Octavio Paz, y supo también que éste hizo sus pinitos con los haikus, y que nada menos que Jorge Luis Borges escribió 17 poemas de 17 sílabas cada uno, para su mujer...

Benedetti se enteró de casi todos los secretos del haiku, hasta convertirse, si no en un haijin consumado, sí en todo un erudito: leyó sobre su origen, desentrañó sus pautas y estructuras, analizó sus temas (más bien religiosos al principio, luego menos), conoció a sus seguidores en Latinoamérica (sobre todo Juan José Tablada, pero también otros posmodernistas mexicanos como Gorostiza o Villaurrutia), leyó sobre su influencia en España (el 27, Juan Ramón, los Machado...).

Y luego los hizo suyos, se los llevó al Río de la Plata: "Encerrar en 17 sílabas una opinión, una duda, un sentimiento empezó siendo un juego", explica. "Pero poco a poco fui captando las nuevas posibilidades de esa vieja estructura. La dificultad formal pasó a ser un aliciente, y la brevedad, una provocadora forma de síntesis. Aunque parezca mentira, en 17 sílabas cabe todo".

El amor, el drama, el humor, la política, un insulto... "Traté de que aparecieran todos esos temas. Tenía 200 más, pero logré romperlos y seleccionar éstos". Benedetti cree que su amor al haiku procede de su gusto por las normas poéticas. "Me encantan los sonetos también, otra forma muy rígida pero que no tiene esta pequeñez". Ahora se nota que prefiere el haiku, quizá porque ahí puede dar rienda suelta a ese arte tan raro de la paradoja. "Claro, porque la paradoja es el refugio más bello de lo breve".

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