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La venta del monopolio eléctrico de Italia se convierte en la mayor privatización del mundo

Todo está preparado para recibir hoy en las Bolsas de Milán y Nueva York a la que se ha convertido ya por derecho propio en reina del listín bursátil: la compañía eléctrica estatal italiana Enel, cuya venta parcial pondrá en manos privadas un 35,5% de su capital. La privatización de Enel, un gigante con más de 84.000 empleados y casi 30 millones de clientes, ha batido todos los récords y constituye la mayor venta inicial de acciones del mundo. Según los datos anunciados el domingo, el Tesoro italiano ingresará 19.000 millones de dólares, 2,9 billones de pesetas.

Esta cifra convierte la privatización de Enel en la primera del mundo, justo por delante de los 18.400 millones de dólares que consiguió la colocación en Bolsa de la compañía de teléfonos móviles japonesa NTT DoCoMo.La oferta inicial del Tesoro, que puso a la venta un 20% de las acciones, fue ampliada al 35,5% en vista de la avalancha de peticiones suscritas por más de 3,8 millones de italianos de a pie.

Gracias a esta extraordinaria respuesta, como explicó el domingo el ministro del Tesoro, Giuliano Amato, el Gobierno italiano podrá reducir unos tres puntos la deuda pública, que en estos momentos asciende al 118,7% del PIB, con datos de 1998. Pero, como ha explicado Amato, "creemos que ahora será posible lograr gracias a los compradores de acciones Enel, lo que no hemos conseguido por la vía del crecimiento". En resumen, un éxito total, "tanto en lo que respecta a los mercados financieros como a la deuda pública".

La mayoría de los analistas consultados ayer por la prensa especializada reconocía que el precio final por acción de Enel, decidido por el Tesoro italiano (4,3 euros) es razonable, aunque poco generoso, como no podía ser menos a la vista de que el monopolio eléctrico constituye la última joya de la corona en manos del Estado, que se desprende ahora de un importante porcentaje, aunque seguirá siendo el principal accionista de la compañía con un 64,5% del capital. La entusiasta respuesta de los ciudadanos de a pie se explica en parte por la nueva pasión bursátil que se ha desarrollado en este país, por las expectativas de grandes beneficios que pueden derivar de los proyectos expansivos de Enel, y por la excelente publicidad de la privatización.

En realidad, a la vista de la liberalización del sector eléctrico, la inmensa compañía estatal no tenía otra opción que intentar una operación saneadora y echarse en brazos del mercado. De momento, tanto el consejero delegado, Franco Tató, como el presidente, Chicco Testa, han triunfado plenamente al fijar los objetivos de Enel, una compañía lastrada por grandes deudas y una rígida organización interna, que tenía una imagen muy negativa hasta hace bien poco. La nueva Enel, que tiene previsto deshacerse de 27.000 empleados, posee, junto a France Télécom el tercer operador de telefonía móvil de Italia, Wind.

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