La Iglesia católica firma en Augsburgo una declaración que justifica la reforma protestante
Roma levanta la excomunión a Lutero, tras siglos de guerras, cruzadas y persecuciones
En este final del segundo milenio la historia de Europa se ha precipitado. A la caída del muro de Berlín y del telón de acero comunista, hace diez años, y de los últimos totalitarismos fascistas, sucede ahora la rendición de Trento. Ayer se firmó en la ciudad alemana de Augsburgo la Declaración común sobre la gracia, en la que católicos y protestantes se ponen de acuerdo sobre la tesis principal de Lutero. El hombre se salva por la fe y el amor a Dios, no por las donaciones a la Iglesia, ni con bulas o indulgencias. Roma levanta la excomunión a Lutero: 478 años después, la guerra ha terminado.
El Papa ha puesto una primera piedra importante, con casi cuarenta años de retraso, al principal mandato del Concilio Vaticano II: el de la unidad de los cristianos como ejemplo para la unidad pacífica de naciones y pueblos, y su precedente declaración sobre la libertad religiosa como uno de los derechos humanos al que también podían acogerse los católicos a partir del Vaticano II.Desde el balcón de la plaza de San Pedro, Juan Pablo II celebró ayer esa firma que pone fin "a una de las principales discusiones que contraponían a católicos y luteranos", dijo durante el rezo del ángelus. "Es una piedra miliar en el no fácil camino de la recomposición de la plena unidad entre los cristianos, y es significativo que se haya puesto en la misma ciudad donde fue escrita una página decisiva de la Reforma luterana", añadió el Papa. Se refería a Augsburgo, al sur de Alemania, donde hace 478 años Martín Lutero conoció la bula papal que le excomulgó.
El cardenal Edward Cassidy, en representación de la Iglesia católica, y el obispo Christian Krause, presidente de la Federación Luterana Mundial, en nombre de los protestantes, fueron los encargados de firmar ayer, en una gran ceremonia, esa Declaración común sobre la gracia.
Las 95 tesis luteranas
En la declaración, los católicos aceptan una de las tesis centrales de la reforma protestante desatada por Martín Lutero en 1517, cuando clava en la puerta de la iglesia de la Universidad de Wittemberg sus famosas 95 tesis.Europa tenía entonces 60 millones de habitantes y los historiadores calculan que unos 20 millones siguieron las doctrinas luteranas, extendidas, con algunas variantes, por otros grandes reformadores como Calvino y los hombres de la Ilustración y la Reforma. Desde el levantamiento de Lutero hasta la paz de Westfalia en 1648, más de un siglo después, Europa vivió una de las etapas más turbulentas de su historia, con guerras como la de los Treinta Años y el emperador Carlos I de España y V de Alemania ordenando la quema de los libros de Lutero y la persecución de sus seguidores, a los que se iban a unir poco a poco gran parte de los principales príncipes centroeuropeos.
La tesis pactada ahora entre católicos y protestantes toma como punto de partida la idea luterana de que la gracia divina, y no sus obras, es la que puede conducir al hombre a la salvación. Es el núcleo de las 95 tesis de Lutero, que desataron el cisma más grande del cristianismo desde el nacimiento de Jesús.
La doctrina católica de la época enseñaba, basándose en la epístola del apóstol Santiago, que para llegar al cielo no bastaba la fe, sino que eran necesarias las buenas obras, entre las que se contaban las donaciones a la Iglesia, con las que los creyentes podían comprar el perdón de sus pecados.
A esa doctrina Lutero opuso, apelando al apóstol san Pablo, que la salvación y el perdón sólo se pueden lograr por la fe, la gracia y un diálogo con la divinidad, sin intermediarios eclesiásticos. En el documento firmado ayer, la Iglesia católica acepta que "la creencia en la gracia es el corazón de la fe cristiana".
Los católicos ven en esa declaración de Augsburgo una aproximación al protestantismo, pero del lado protestante han surgido críticas por parte de algunos teólogos, que temen que sea el primer paso para integrar a los luteranos dentro del sistema jerárquico católico, informa la agencia Efe. Eso se debe, en parte, a que, pese a la declaración conjunta, Roma mantiene que, a través de determinadas obras, se pueden alcanzar indulgencias, y a que Juan Pablo II ha anunciado que en el 2000, que es Año Santo, los católicos podrán recibir el perdón a través de la confesión, la visita a Roma y las limosnas.
"Es absurdo que, pocas semanas después de la declaración, el Papa quiera celebrar un Año Santo con indulgencias, porque contra las indulgencias se hizo la Reforma", dijo el teólogo protestante Joachim Ringleben, que ha firmado, junto a 240 colegas, una protesta en contra del documento.
En todo caso, aunque los críticos parecen ser minoría, seguirá habiendo distancias profundas entre ambas religiones. "Han ido creciendo histórica y teológicamente, y la declaración común no trata de ocultar esas diferencias", afirmó la obispa evangélica de Hannover, Margot Kaessmann. Pero no dudó en subrayar la importancia de la declaración de Augsburgo. "Muestra que las diferencias no son tan profundas en un tema por el que hubo guerras en Alemania y en otros países de Europa", dijo Kaessmann.
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