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LOS PROBLEMAS DE LA INMIGRACIÓN

Más de 1.500 africanos aguardan en playas del Sáhara para cruzar en patera a Canarias

Jorge A. Rodríguez

Las piedras negras de la playa de Los Pajaritos, en el municipio de Tuineje (Fuerteventura), han visto pasar al grueso de los más de 2.200 inmigrantes sin papeles que, según datos de Cruz Roja, han desbordado este año la capacidad de acogida de la isla. Al otro lado, a entre 10 y 20 horas de navegación, más de 1.500 personas esperan en las playas de El Aaiún, Tarfalla y Sidi Ifni (Sáhara Occidental) para embarcarse en patera rumbo a Canarias, la Europa más cercana, según fuentes saharauis, de la Guardia Civil y de los propios sin papeles que ya han cruzado. Ayer mismo entraron seis pateras.

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La avalancha de pateras se veía venir. Las primeras arribaron a estas costas en marzo de 1994, pero entraban de forma muy diferente. El grueso de sus ocupantes eran miembros del Frente Polisario en fuga de la represión marroquí. "Atracaban en Gran Tarajal o en Puerto del Rosario [capital de la isla] y no se bajaban de la patera. Lo primero que hacían era preguntar por la policía y la Guardia Civil y pedir asilo político", recuerda Eustaquio Santana Gil, diputado socialista autonómico y alcalde de Puerto del Rosario durante 20 años.Lo que en los primeros años era un lento y creciente goteo, asumible por una isla de 50.000 habitantes volcada en el turismo (sobre todo alemán y británico), se ha convertido en una avalancha. La llegada constante de inmigrantes irregulares, especialmente creciente desde julio pasado, ha desbordado todas las infraestructuras de acogida, de policía, Guardia Civil y de servicios sociales de la isla. "El 80% de mis 30 policías locales los tengo dedicados a buscar inmigrantes", explica Ignacio Perdomo, alcalde de Pájara (Coalición Canaria), otro municipio sureño donde desembarcan sin papeles.

"Línea regular"

No pasa un solo día en el que no llegue al menos una patera, con una media de 16 personas a bordo. "Esto se ha convertido en una línea regular e incluso los precios están bajando por la gran oferta de pateras que hay", comenta el alférez de la Guardia Civil José Borrero, responsable de la vigilancia de la mitad sur de la isla de Fuerteventura, precisamente la costa de arribada de la mayoría de las pateras. Una veintena de barquichuelas amontonadas y pudriéndose en distintos puntos de Gran Tarajal dan idea de la magnitud del fenómeno.La llegada en los últimos días de cerca de 325 inmigrantes casi ha dado la puntilla. En una noche se juntaron en la comisaría de policía de Puerto del Rosario 130 inmigrantes; en una celda con capacidad para 30 personas se agolparon hasta 90, lo que motivó un conato de motín a finales de la semana pasada, según fuentes del sindicato Unión Federal de Policía (UFP).

La saturación de los centros de acogida y de las dependencias policiales ha obligado a habilitar provisionalmente la vieja terminal del aeropuerto de Fuerteventura para acoger a los inmigrantes capturados que van a ser devueltos o expulsados a sus países de origen. "Son unas instalaciones adecuadas para una situación coyuntural y que esperemos que sea muy provisional", explica el delegado del Gobierno en Canarias, Antonio López, que rechaza hablar de avalancha.

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La zona de los viejos carruseles de equipajes ha sido acotadas con rígidos plásticos negros y dotada con camas y duchas para que los inmigrantes esperen en situación relativamente cómoda que les llegue su turno en el avión de 15 plazas contratado para transportarlos a Melilla y, de ahí, a la frontera marroquí.

La media de sin papeles que espera en estas dependencias es de 160 personas. Según la Delegación del Gobierno, en lo que va de año ya se han repatriado 1.561 inmigrantes, de los que 1.331 han partido desde Fuerteventura. Y el flujo no cesa. Ayer mismo entraron seis pateras (tres a Fuerteventura y otra a Lanzarote). Eso supone unas 80 personas, aunque las fuerzas de seguridad sólo habían localizado a 44, 10 de ellas menores.

La situación no tiene visos de remitir. Más bien al contrario. En las playas saharianas se concentran en la actualidad más de 1.500 personas prestas para embarcar, según coinciden en señalar fuentes saharauis y españolas. La mayor concentración es en El Aaiún, donde se han asentado las nuevas mafias, que incluso recorren el interior de Marruecos para reclutar viajeros.

"Los inmigrantes saben que hay una gran oferta de pateras en esta zona y que la entrada a Europa desde aquí es más fácil, aunque la travesía sea más larga, porque el estrecho de Gibraltar está muy bien vigilado", comenta el alférez Borrero. Un única patrullera de la Guardia Civil da servicio a todas las islas. Pasado mañana llegaran dos más para reforzar la vigilancia.

Alí, una chaval de 15 años llegado en patera hace ocho meses, es especialmente expresivo al explicar la situación en la costa africana: "Mucha, mucha gente esperando para venir a trabajar aquí, la mayoría saharauis como yo. Están en jaimas, tú sabes, muy malas y casi sin comer. Yo estuve allí muchos días".

Alí está acogido en el centro que la Cruz Roja tiene en Puerto del Rosario. El presidente de la entidad en la isla, Juan Manuel León, muestra su frustración por el desbordamiento de su capacidad y ofrece datos concretísimos. "En lo que va de año han entrado entre 2.162 y 2.175 inmigrantes que hayamos controlado, lo que supone entre 181 y 188 pateras. La policía ha contabilizado 1.607 entradas, pero no cuenta ni a las mujeres ni a los niños. Nosotros ya hemos atendido a 93 menores y a 47 mujeres y calculamos que hay unos 300 inmigrantes vagando por los montes sin control ninguno".

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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