La "excepción cultural" francesa
Francia encabeza por derecho propio la negativa a que lo audiovisual sea sometido a las reglas puramente comerciales. En las discusiones establecidas en el seno de los Quince, el ministro francés de Exteriores, Hubert Védrine, trata de recabar apoyos para esta tesis con el contuntende argumento que aportan las cifras. En 10 años -de 1988 a 1998-, el déficit del intercambio audiovisual entre Estados Unidos y Europa ha pasado de 2.000 millones de dólares a 6.500. Por encima de las cifras económicas, lo que está en juego es el peligro de "uniformización de las culturas, los comportamientos y las ideas", según la ministra de Cultura, Catherine Trautmann. Con la llegada del numérico, muchas cadenas paneuropeas o transnacionales han entrado en tropel en los espacios marcados por las fronteras de difusión convencionales. París quiere que la UE revise rápidamente la legislación númerica y que refuerce las directivas sobre la Televisión Sin Fronteras (STF) para garantizar la aplicación del sistema de cuotas de difusión y financiación de obras audiovisuales europeas. A favor del sistema de cuotas, Francia exhibe su propia reglamentación, que le ha permitido preservar su industria del cine, elemento clave de la "excepción cultural" francesa. Frente a las ambiciones hegemonistas de las productoras estadounidenses que buscan implantarse en Europa aprovechando los intersticios legislativos, el Gobierno francés ve en el grupo Canal+, líder de la televisión de pago en Francia, Italia, España y los países escandinavos, la réplica europea a los propósitos estadounidenses. El presidente Jacques Chirac lo repitió hace unas semanas ante los magnates de la industria audiovisual concentrados en París. "Los productos culturales no pueden ser tratados como una mera mercancía sometida a la pura ley del mercado".
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