Fragmentos de historia bajo capas de pintura
Los historiadores del arte medieval están de suerte. Uno de los periodos más desconocidos del arte catalán, la transición del arte románico al gótico, puede empezar a dejar de tener secretos para ellos con los recientes descubrimientos de pinturas murales al fresco de carácter civil. La última pieza del rompecabezas, el último hallazgo, hecho público a principios de octubre, es el de unos frescos en un palacio de Cardona (Bages). Se trata de unas pinturas pertenecientes al llamado gótico lineal y fechadas a finales del XIII que se suman al descubrimiento, en julio de 1998, de unas pinturas similares en temática, consecución y cronología, en la calle de Basea de Barcelona.Los restos que se han encontrado en Cardona decoraban la parte noble de un edificio singular, con fachada gótica y algún elemento estructural que se remonta a los siglos XI y XII. Se hallaron un poco por casualidad, cuando el propietario de la casa desde hace tres años, José Sanjuán, empezó a investigar los tesoros que escondía el palacio. La casa, muy deteriorada, sufrió modificaciones a lo largo de los siglos, que escondieron y protegieron a la vez los frescos bajo varias capas de pintura. Éstos representan una escena de carácter militar o caballeresco. De lo que ahora se puede ver, a falta de una restauración que quizá significaría trasladar momentáneamente el conjunto a un taller, destaca un jinete cabalgando con su dedo índice alzado, la parte posterior de un caballo y la anterior de un tercero. La escena transcurre encima de una cenefa de motivos geométricos que, a su vez, se encuentra encima de la representación de un amplio cortinaje. Pese a que los restos están muy fragmentados, se cree que se podrán sacar a la luz más elementos gracias a que el perfil de las figuras está marcado con un punzón.
Para Francesca Español, profesora de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona (UB), el descubrimiento de Cardona "no tiene precio". "Nos vamos acercando al año 2000 y parece que los historiadores del arte ya no podemos encontrar nada más, que todo el patrimonio está descubierto. Pero aún hay muchas cosas por descubrir". A juicio de Francesc Ruiz, conservador de pintura gótica del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), "hay que felicitarse porque estas pinturas proceden de la etapa más desconocida del arte catalán". De hecho, hay muy pocos referentes con los que comparar los frescos. Entre los más importantes y más bien conservados, están, además de los de la calle de Basea -expuestos en la exhibición La Barcelona Gòtica en el Tinell-, los del Palau Reial Major, en Barcelona -conservados in situ- y los del palacio Caldes de la calle de Montcada, también llamado Berenguer d"Aguilar, y que representan la conquista de Mallorca por parte del rey Jaume I -expuestos en el MNAC-. Los cuatro representan escenas militares o caballerescas. Rosa Alcoy, autora de un análisis sobre las pinturas de la calle de Basea y profesora de la UB, explica que la falta de ejemplos se debe a que en Barcelona, donde floreció especialmente el gótico, la sustitución de elementos artísticos ha sido constante a lo largo de los siglos.
Si bien uno de los aspectos que más interesan ahora a los investigadores es concretar cuáles fueron las vías de introducción del gótico en Cataluña, lo que de momento están permitiendo constatar los nuevos descubrimientos son los gustos y las formas de vida privada de la incipiente sociedad civil. En unos casos, las pinturas tendrían carácter representativo o conmemorativo de hechos y hazañas concretas, como las del Palau Reial Major. Lo que sorprende más es que se repita la temática en lugares menos expuestos al público. Francesca Español cree que las pinturas como las de Cardona "transmiten el espíritu de una época en la que se sintonizaba mucho con las cuestiones militares y de la caballería". Ruiz añade: "Es el tipo de decoración señorial de la época en la que surge la sociedad civil". Programas iconográficos como éstos se asocian a un momento expansivo bajo los reinados de Jaume I (1213-1276) y de Pere II (1276-1285). En el siglo XIII, Barcelona se encontraba en plena etapa de crecimiento y de transformación. Cardona era también una población importante en la que mercaderes y comerciantes tenían un papel primordial.
No se sabe quién era el propietario del palacio cuando se encargaron las pinturas. Pero si muchas veces se puede suponer la identidad del comitente de una obra antigua a través de los acontecimientos que se retratan en ella, en este caso podría no ser así. Español cree que "las pinturas no tienen por qué tener una vinculación biográfica con el dueño de la casa". La historiadora de arte afirma que las pinturas de Cardona podrían haber pertenecido a un alto eclesiástico, a un noble bienestante o a un mercader: "En muchos casos, los mercaderes ricos tenían más posibilidades económicas de encargar unas pinturas como éstas", añade. Y en esa época y en Cardona, más. Otra cuestión: ¿quién las podría haber realizado? Ruiz apunta que en esa época aún circulaban talleres itinerantes que se movían de encargo en encargo.
Desde el MNAC, Ruiz concede que en los últimos tiempos, la tendencia museográfica es permitir que hallazgos así se queden in situ, si bien precisa que el acceso a las obras debería ser público.
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