Holanda se queda sin profesores
El Parlamento se plantea la reducción de la semana escolar a cuatro días para afrontar la disminución de docentes
Aunque desde hacía tiempo había indicios de que serios problemas amenazaban el sistema educativo en Holanda, con la reanudación del curso, las advertencias de crisis en abstracto se han concretado en casos, nombres de escuelas afectadas y cifras muy claras. Por poner un ejemplo, en menos de un mes de clases, un colegio de educación primaria de la localidad de Oostzaan ha tenido que enviar a casa en 10 ocasiones a grupos completos de alumnos por falta de profesorado. El caso, aunque extremo, no es, ni mucho menos, aislado. Cada vez son más los centros de enseñanza primaria y secundaria del país que se enfrentan a graves dificultades para cubrir los puestos laborales.El problema de lujo que el casi pleno empleo está causando a todos los niveles en Holanda afecta de forma especial al sector de la educación. "Estamos sufriendo ahora las consecuencias del alto índice de paro que se registró en los años ochenta entre los docentes", explica Andries de Grip, del Centro de Investigación sobre Educación y Mercado Laboral de la Universidad de Maastricht.
El sector, que había atraído a muchos estudiantes en las décadas anteriores, no ofrecía ya perspectivas de trabajo y los jóvenes de entonces empezaron a optar por otras ramas en las facultades. "También influye que en los últimos años mucha gente se inclina por otro tipo de trabajos, fundamentalmente en la empresa privada, en la que se puede desarrollar rápidamente una carrera profesional más brillante, que al final está mejor pagada", explica De Grip.
Según una investigación realizada por el sindicato de educación Algemene Onderwijsbond (AOb) a petición del Ministerio de Educación, a principios de septiembre, un tercio de las escuelas de educación primaria no podían encontrar sustitutos para los profesores enfermos, y algunos centros de educación secundaria se vieron en la necesidad de retirar de la oferta asignaturas optativas, como alemán, química o lenguas clásicas. "Nunca sabes en qué momento les van a dejar una hora libre y, como no siempre estás en casa, los niños se quedan por ahí sin ningún tipo de control", cuenta la madre de dos chicas adolescentes visiblemente preocupada.
Griego en inglés
Para paliar en la medida de lo posible el problema, las soluciones originales no están faltando. Un ex ministro de Educación de Togo, licenciado en lenguas clásicas por la Sorbona y que reside desde hace tiempo en la región de Brabante, da clases en una escuela cercana a su casa, y Antonino Gianquinto, un italiano que estudió en Padua, imparte ahora griego en inglés (no habla holandés) en un colegio de secundaria. "Era él o nadie", ha justificado el director del centro.
Por su parte, el Ministerio de Educación se ha visto en la necesidad de rebajar los requisitos exigidos para el profesorado. Este curso se va a obviar la exigencia de contar con el título de docencia, especialidad complementaria indispensable hasta ahora para ponerse al frente de una clase en Holanda.
Una de las soluciones más polémicas, pero también más barajada, pasa por la reducción de la semana escolar a cuatro días. La propuesta se empezó a valorar seriamente en el Parlamento a finales del curso pasado, a pesar de que cuenta con la oposición de dos de los principales partidos políticos que integran la coalición gubernamental, y con la negativa de los padres, que ven con preocupación cómo se va acercando el día en que tendrán que reducir su propia jornada laboral o contratar ayuda en casa para ocuparse de sus hijos un día a la semana.
El precedente ya está sentado. En el mes de julio, un juez de Amsterdam dictaminó que tres escuelas de educación primaria podían concentrar las horas lectivas entre lunes y jueves dos semanas al mes. Según el juez, que se pronunció a petición de los indignados padres que presentaron una demanda, los gastos extras que esto genere a las familias no es "asunto de las escuelas", que tienen libertad para organizar los horarios como quieran si respetan el número de horas anuales y el máximo de horas diarias. Las escuelas optaron por reducir los descansos entre clase y clase y prolongar media hora la jornada diaria.
Para los profesores resulta más atractivo ir a trabajar menos días a la semana, y las gerencias de los centros no se pueden permitir el descontento del profesorado, que se traduce de forma inmediata en la huida a colegios que ofrecen mayores ventajas.
Algunas escuelas tratan ya de retener a sus maestros con todo tipo de artimañas, desde ayudarles a buscar casa (una empresa de titanes en Holanda) y darles complementos salariales muy sustanciosos hasta pagarles los desplazamientos al centro de trabajo u ofrecerles contratos indefinidos muy ventajosos sin poner apenas condiciones. "El problema es que se están acrecentando las diferencias entre las escuelas ricas y las pobres", ha alertado T. Roelvink, del sindicato AOb, augurando una fuga de maestros de las escuelas más conflictivas hacia las que se encuentran en los barrios de lujo o localidades residenciales.
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