Andreotti, absuelto de formar parte de la Mafia por falta de pruebas
El siete veces primer ministro italiano obtiene en Palermo una sentencia sin sorpresas
, Giulio Andreotti, siete veces primer ministro italiano, y ministro en más de una veintena de Gobiernos de la primera república, senador vitalicio hoy a los 80 años de edad, celebrará la entrada del nuevo milenio libre de culpas e inquietudes. La Sala Quinta de lo Penal del Tribunal de Palermo le absolvió ayer, por falta de pruebas, del gravísimo delito de ser parte integrante de la Mafia siciliana, por el que arriesgaba no sólo una condena penal a 15 años de prisión, sino una condena moral definitiva que afectaba a toda una clase política: la que dirigió Italia desde la II Guerra Mundial hasta 1992.
La sentencia, leída por el presidente de un tribunal integrado exclusivamente por magistrados, no representa ninguna sorpresa, a la vista de la decisión tomada hace poco menos de un mes por un jurado de Perusa, donde el imputado "excelente" se enfrentaba a una acusación de asesinato en grado de inductor.Andreotti no escuchó en la sala las palabras de absolución pronunciadas por el presidente del tribunal, Francesco Ingargiola, un magistrado de 64 años con larga experiencia en juicios contra exponentes de la Mafia. Prefirió refugiarse en la sede del Senado y conectar cualquiera de las tres cadenas de televisión que retransmitieron en directo desde Palermo la lectura de la sentencia. En la puerta del palacio Giustiniani (sede del Senado) le esperaban decenas de cámaras de televisión y micrófonos. "Estoy emocionado", dijo Andreotti; "a partir de ahora ya no tendré que volver a pensar en más procesos". Mientras el mundo político ex democristiano, integrado por una multitud de partidos diseminados entre Gobierno y oposición, celebraba exultante la noticia, y el Vaticano manifestaba su "satisfacción" por el veredicto - algunos cardenales señalaron que la última bendición pública que el Papa dio a Andreotti fue "profética"-, los líderes de la izquierda mantenían un deliberado perfil bajo. Gian Carlo Caselli, destinado hoy a vigilar la situación de las prisiones, antiguo fiscal jefe de Palermo e iniciador de la investigación judicial que ha sentado en el banquillo de los acusados a uno de los hombres más influyentes de la política italiana de la posguerra, declinó hacer comentarios sobre la sentencia.
La decisión del tribunal palermitano se basa en un artículo del Código de Procedimiento Penal,el 530, que rechaza las imputaciones "a falta de pruebas o ante la existencia de pruebas insuficientes". Los jueces no han creído los testimonios de los muchos arrepentidos que han pasado por el aula búnker de la cárcel de Pagliarelli, en Palermo, uno de los cuales, Balduccio di Maggio, acaba de confesar en otro tribunal que asesinó a un presunto mafioso mientras estaba bajo la tutela del Estado, en calidad de pentito de máximo nivel. Por si esto fuera poco, uno de los padrinos históricos de Cosa Nostra, Gaetano Badalamenti, que cumple condena en Estados Unidos, ha defendido la inocencia de Andreotti en una entrevista publicada hace menos de una semana en un diario italiano que forma parte del imperio editorial y audiovisual del jefe de la oposición, Silvio Berlusconi.
Sin embargo, en este proceso, al contrario que en el de Perusa, que ha juzgado a Andreotti en relación con el asesinato del periodista Mino Pecorelli, el trabajo de investigación de la acusación pública era solidísimo. Durante años, desde que en la primavera de 1993 el arrepentido número uno de Cosa Nostra, Tommaso Buscetta, nombrara a Andreotti señalándole como el referente máximo de la Mafia en Roma, Caselli y sus ayudantes habían acumulado una abrumadora documentación que se recoge en más de 20.000 folios, confeccionada con testimonios no sólo de arrepentidos, sino de sicilianos de a pie, fundamentada en centenares de cartas y pruebas de variada índole, que dibujaban un panorama de estrechos contactos entre la Mafia siciliana y el político democristiano, a través de su hombre en Palermo, Salvo Lima, asesinado después por Cosa Nostra. Todo el edificio de testimonios y pruebas quedó banalizado, sin embargo, de alguna manera por la irrupción en escena de otro pentito famoso: Balduccio di Maggio, uno de los jefes mafiosos de la localidad siciliana de San Giuseppe Jato, que en abril de 1993 declaró haber presenciado, en 1987, un encuentro entre Andreotti y el máximo padrino de Cosa Nostra, Salvatore Totò Riina, en el domicilio palermitano de un conocido mafioso, Ignazio Salvo. Di Maggio aseguró que Andreotti besó en la mejilla al padrino, como era preceptivo entre "hombres de honor".
Esta anécdota, ciertamente poco creíble, ha sido un asidero excepcional para la defensa de Andreotti. El propio senador, en su última declaración ante el tribunal de Palermo, hace 12 días, se refirió a ella comentando que si hubiera sido cierta demostraría "no que soy merecedor de una condena, sino de que se me encerrara en una clínica psiquiátrica".
Un proceso a la historia de Italia
La investigación que ha llevado al banquillo a Giulio Andreotti nace a principios de 1992. Los jueces milaneses del movimiento Manos Limpias acaban de destapar el escándalo de Tangentópoli, que ha salpicado a los dos principales partidos en el poder, la poderosa Democracia Cristiana y el Partido Socialista Italiano de Bettino Craxi, que serán borrados del mapa por la potencia de este movimiento.A Palermo acaba de llegar un joven fiscal jefe, que procede de la izquierda más ortodoxa, Gian Carlo Caselli, y viene dispuesto a limpiar la isla de cualquier vestigio mafioso. Pero será el brutal asesinato de los jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, crímenes separados por apenas tres meses de distancia, el catalizador de una ofensiva furiosa contra el poder de Cosa Nostra. En este clima de horror se producen las declaraciones del "arrepentido" Tommaso Buscetta, quien en septiembre de 1992 señala a Andreotti como un hombre clave en la conexión de Cosa Nostra con el poder político romano. Desde ese momento, el equipo de Caselli inicia una investigación que, en palabras de la prensa italiana, somete a un examen de rayos X treinta años de la historia de este país. Poco a poco, a través de cartas, testimonios y pistas variadas, los investigadores van reuniendo datos que hablan de una intensa relación de Andreotti con dos conocidos "hombres de honor", los primos Nino e Ignazio Salvo, a través del político democristiano Salvo Lima. Según el fiscal, ambos mafiosos disponen de los números directos de Andreotti en la presidencia del Gobierno, y en la agenda de uno de ellos figura incluso el nombre de Giulio. Cuando el juicio contra Andreotti se inicia, el 26 de septiembre de 1995, la agenda en cuestión ha desaparecido. La situación política italiana ha cambiado notablemente. En Roma hay un Gobierno técnico, mientras políticos del antiguo PCI, como Walter Veltroni y Massimo d"Alema, están a punto de dar vida, junto a diversas fuerzas ex democristianas, a una coalición de centro-izquierda, el Olivo. Italia se prepara a una transición suave y a cerrar definitivamente las heridas del pasado.
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