La excitación de Seva
En el primer casco de competición de Àlex Crivillé, cuando no tenía ni edad para sacarse el carnet de conducir, había un escudo que se distinguía frente al distintivo de cualquier patrocinador, que siempre los tuvo y a los que por norma guardó fidelidad. Era el escudo de Seva, su pueblo, su localidad natal (2.500 habitantes) y su residencia. El Ayuntamiento de Seva (Barcelona) fue uno de los primeros que ayudaron a financiar la carrera de Crivillé, y de ahí que hoy aspire a ser el punto de encuentro de todo el club de fans, amigos y familiares del piloto catalán.Pese a que Crivillé no regresará a casa hasta el 1 de noviembre, tras la disputa del Gran Premio de Argentina, hoy se espera una gran concentración en Seva alrededor de una pantalla gigante desde la que se seguirá en directo la retransmisión de la carrera. Hay algún vecino que ha viajado a Río de Janeiro; otros igual se recogen en el bar Can Cabo, lugar de reunión habitual de cada domingo, o bien se citarán en el Club Pocket Bike de Vic, sede del club de fans de Àlex (son ya más de mil), y se asegura que la familia vivirá la prueba en casa, para proteger a Isabel Tàpies, la madre de Àlex, que no quiere saber nada hasta que su hijo sea campeón.
El éxito de Crivillé daría paso a una fiesta en la discoteca Fox, cercana a la localidad; a una feria en la que se expondrían productos relacionados con el piloto, como un calendario del 2000 con los 12 momentos mágicos de la carrera profesional de Crivillé, y sobre todo a una sonora celebración de los millares de motards que se esperan en Seva. La traca de Blai, el tío de Àlex que anuncia con petardos los éxitos del piloto, daría inicio al festival Crivi.
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