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Reportaje:

Solidaridad es femenino

Cuando a una guatemalteca le arrean un bofetón, al resto de las mujeres del mundo les duele la cara. Y el hígado. De todos es el problema de las agresiones, pero a la hora de la verdad son ellas las que tienen que abanderar su defensa, organizarse e intentar incidir en la transformación de las estructuras institucionales, políticas y legislativas para favorecer la igualdad, cuando no las leyes, para que violaciones, apaleamientos o vejaciones no queden impunes.Eso, y mucho más, constituye la columna vertebral del proyecto Salud, Mujer y Violencia que la ONG Entrepobles, con fuertes cimientos en la Comunidad Valenciana, financia en Centroamérica. Para explicar los resultados, y de paso conocer cómo se organizan aquí las mujeres, estos días recorren Alicante y Valencia la nicaragüense Zoraya Torres, la salvadoreña Zenayda Joachin y Dora Taracena, de Guatemala. Con ellas viajaron sus vivencias, y una escalofriante estadística: una de cada tres mujeres de Centroamérica recibe habitualmente malos tratos de su pareja, físicos o psicológicos, en el área urbana o rural.

El proyecto Salud, Mujer y Violencia, Musavia, abarca campañas de salud sexual, defensa jurídica ante agresiones, intercambios de experiencias a nivel centroamericano y un especial esfuerzo por conseguir que los gobiernos de esos países abracen un sistema judicial diferente, que incluya sus derechos. "Tenemos la esperanza de que el cambio llegue algún día", señala Zoraya. ¿La diferencia entre Nicaragua y España en este terreno? "Pues que acá se trabaja a nivel estructural, y allá no llegamos a eso", explica.

En Guatemala las cosas no están mejor. El índice de mortalidad de mujeres víctimas de malos tratos es elevado, y el apoyo judicial deficiente. Pero siempre hay un hueco para la esperanza. En Guatemala, Nicaragua y El Salvador, dos años después de la puesta en marcha del programa, se ha conseguido que las mujeres maltratadas acudan a la policía para denunciar a sus maridos, un paso adelante impensable hasta ahora en sociedades machistas, que son casi todas. El equipo de Dora edita un boletín informativo para suplir el escaso apoyo institucional.

Zenayda Joachin lucha en El Salvador, país en el que se ha introducido un elemento diferenciador: la capacitación de parteras en el área rural. Se intenta que el Ministerio de Salud especialice y reconozca su trabajo, y que se les pague por traer al mundo a la mayor parte de las criaturas que nacen en esas tierras.

En El Salvador se trabaja con psicólogas, abogadas y trabajadoras sociales para atender a mujeres maltratadas, y la labor ha sido tan efectiva que han conseguido reformar el Código Penal. Antes, cuando un hombre apaleaba a su mujer nadie intervenía porque se trataba "de un asunto privado de la pareja". Ahora los agentes atienden las llamadas y actúan.

Acompañadas por Carmen Sala y Marisa López, de Entrepobles, Zoraya, Dora y Zenayda han visitado en Alicante centros de acogida de mujeres, poblados marginales y la Sindicatura de Agravios.

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