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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Versiones y lecciones

No hay mejor homenaje para un hombre egregio como el de exaltar su obra. La de Dimitri Bashkirov, como intérprete y como maestro, es tan importante que no resulta exagerado, ni mucho menos, hablar de La escuela de Bashkirov, título que preside el ciclo organizado por la Fundación Albéniz, su Escuela Superior Reina Sofía y la Universidad Politécnica. En él, tras el maestro, escucharemos a cuatro de sus discípulos más notables, ya virtuosos de universal prestigio.Tenía pocos años Bashkirov cuando dictó enseñanzas a Dimitri Aleseev (Moscú, 1947), hoy nombre célebre. El coreano Dang-Thai Son, de 1958; el francés Jnathan Gilad, de 1961; Arcadi Volodos, sanpetersburgués, de 1972, y Eldar Nebolsin, de 1974. Es Bashkirov -como pianista y como pedagogo- una figura en la que la pasión se equilibra con la razón. Su temperamento, como su pensamiento, exhibe una ancha banda de flexibilidad, de manera que, como el martes en el Auditorio, cabe disfrutar de un precioso y hondo Mozart, de un Brahms conmovedor como es el de la Sonata en fa menor con su centro emocional en el Andante, un Chopin ejemplar, pleno de gracia en los ritmos felices de sus mazurcas y siempre distanciadamente melancólico y, en fin, un Debussy fascinante, tanto en la legendaria Catedral sumergida como en la magia sugerente de L"Île joyeuse lejanamente inspirada en Watteau.

Dimitri Bashkirov

Escuela Reina Sofía / Universidad Politécnica. D. Bashkirov, pianista. Obras de Mozart, Brahms, Chopin y Debussy. Auditorio Nacional, Madrid, 20 de octubre.

Estos autores suponen cuatro mutaciones en la historia del piano y de la estética, pero, en el caso de Debussy, más que mutación se trata de una revolución: la que inaugura el modernismo del siglo XX. Por otra parte, Bashkirov, ciudadano del mundo y de Madrid desde la Escuela Reina Sofía, cuya cátedra de Piano desempeña, goza no sólo de la estimación extremada de nuestro público, sino también de su cariño. Nervioso y humanísimo, sabe buscar con imaginación las mejores sutilezas sonoras y ordenar las estructuras y sus elementos interiores con tal precisión que sus versiones, como sus enseñanzas, son lecciones magistrales. Su huella en cuantos le escuchamos es perdurable y tan intensa como la emoción de su touché y su dicción.

Fue grande el triunfo del maestro Bashkirov y el programa hubo de ser prolongado con tres propinas de Gluck, Schubert-Liszt y Grieg. En resumen, un homenaje debido y un ciclo a seguir.

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