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El poder de los intelectuales BORJA DE RIQUER I PERMANYER

La historia de los intelectuales catalanes ha sido hasta hace poco una temática escasamente estudiada; sin embargo en los últimos años se han publicado excelentes investigaciones, tanto por parte de historiadores estrictos (Pere Anguera, Vicente Cacho, Josep Maria Fradera) como por historiadores de la literatura (Jordi Castellanos, Maria Campillo, Josep Massot, Joan Lluís Marfany, Manuel Llanas). En la mayoría de los casos se trata de estudios sobre un personaje aislado (Balmes, Bofarull, Pin i Soler, Oller, Guimerà, Ors, Pijoan, Estelrich, Gaziel), o de ricas biografías intelectuales de historiadores (Abadal, Soldevila, Vicens) o de análisis de coyunturas relativamente breves (inicios de la revolución liberal, crisis de fin de siglo, la Guerra Civil). De todas formas, pese a la indudable importancia de estas investigaciones, aún estamos bastante lejos de las rigurosas obras globales sobre los intelectuales, como las de los franceses Christophe Charle o Jean-François Sirinelli.Ahora nos llega una primera síntesis sobre el papel desempeñado por los intelectuales en Cataluña en los dos últimos siglos. Se trata de la obra colectiva coordinada por Jordi Casassas con el título de Els intel.lectuals i el poder a Catalunya (1808-1975) que básicamente es un muy meritorio esfuerzo de recopilación de materiales culturales, hasta ahora dispersos, que aparecen ordenados siguiendo un hilo conductor cronológico. Por las páginas del libro desfilan, brevemente sintetizados, todo tipo de personajes (políticos, novelistas, poetas, ensayistas, dramaturgos, periodistas, profesores, científicos, etcétera), de instituciones, de publicaciones, de plataformas culturales, de libros, de episodios, de tendencias estéticas, de escuelas de pensamiento, etcétera. Como apunta Casassas en la presentación, el libro pretende analizar el papel que los intelectuales catalanes desempeñaron como creadores de opinión y las diversas propuestas culturales que difundieron, desde los inicios de la época contemporánea -con sus actitudes ante la revolución liberal, primero, y ante la nueva sociedad, después- hasta los momentos en que fue mayor su influencia -desde finales de siglo-, ya sea en las proximidades del poder -hasta 1939- o en la oposición política al franquismo.

Es cierto que toda selección es arriesgada, aunque en este caso quizá se tienda más al exceso que a la omisión, dado el uso generoso que se hace de la propia condición de intelectual y a la relevancia política que se da a todo producto cultural. En el libro hay algunos desequilibrios temáticos, que son el lógico fruto de los déficit del propio estado de investigación en esta materia, y algunas, muy pocas, ausencias. Pese a que se habla más de los intelectuales que estrictamente del poder y de su poder, en conjunto, esta obra es un instrumento de referencia muy importante que sirve para que nos demos cuenta de lo que sabemos y de las cuestiones que aún tenemos pendientes. Evidentemente que aún hacen falta muchas investigaciones de carácter monográfico sobre personajes, entidades, publicaciones o coyunturas; pero pienso que se puede decir gracias a este libro que ya tenemos buena parte de la letra y que ahora falta ponerle la música, es decir pasar a plantear hipótesis, clarificar conceptos y atreverse a hacer interpretaciones y comparaciones sobre la influencia que realmente han tenido los intelectuales en la Cataluña contemporánea y sobre cuál ha sido su relación con el poder.

Pero quizá sea pertinente hacer una breve acotación referente al propio término de intelectual. Pienso que es necesario definir y limitar el concepto de intelectual y saber diferenciar entre el individuo que escribe y el grupo que actúa, ya que el término intelectual expresa la existencia de un colectivo, con conciencia de serlo, que tiene la voluntad de influir culturalmente en la sociedad. Se ha dicho, y con razón, que constituye el primer grupo moderno que utiliza un sustantivo, el de intelectual, para definirse a sí mismo. Y es sabido que Christophe Charle sitúa el nacimiento de los intelectuales en Francia, y de hecho en Europa, a finales del pasado siglo y en buena medida en el contexto del famoso affaire Dreyfus. Fue en ese momento cuando se produjo la emergencia de los intelectuales como grupo que luchaba por obtener un reconocimiento social como un colectivo específico. Los intelectuales eran profesionales (profesores, abogados,

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