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FÚTBOL Octava jornada de Liga

El Barça se suicida en Soria

Los azulgrana desaprovechan una ventaja de dos goles y conceden un empate al Numancia

Àngels Piñol

Tres goles encajados en diez minutos. El Barça hizo ayer grande al Numancia. No olvidará fácilmente el equipo de Soria su gesto más heroico. Fue un final enloquecido, disparatado y sin tiempo apenas para asimilar tanto gol. Dolerá este empate en el Camp Nou. Los azulgrana tenían los tres puntos en el bolsillo a nueve minutos para el final con un 0-2, y permitieron que Ojeda, Rubén Navarro y Pacheta les batieran por tres veces. De poco sirvió el gol de Dani, casi en el descuento. Al héroe le sigue siempre el villano. Bogarde, que tiene un nada desdeñable currículum de penaltis y expulsiones en lo que va de Liga, hizo una falta, se fue a la caseta y Pacheta, de cabeza, marcó el tercero y empató. No hubo tiempo para más. Soria, con su estadio repleto, se fue directa a la gloria. La miseria acabó en el largo camino en autocar de regreso a Barcelona.El Barça de Cruyff había hecho en Soria el ridículo en 1996 y el de Van Gaal no le fue ayer a la zaga. No será fácil de perdonar que se escape una victoria de una forma tan absurda justo después de empatar ante el Madrid y antes de encarar el martes el partido del Arsenal en la Liga de Campeones. Van Gaal quizás piense ahora que las rotaciones, su famosa teoría de que tiene a dos hombres por puesto, chirría más de la cuenta. Guardiola, Luis Enrique y Reiziger vieron ayer el partido desde Barcelona. Y Figo y Rivaldo, los dos hombres que han sostenido al equipo de Van Gaal desde que aterrizó en Barcelona, estaban ya en la ducha.

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El Barça trazó un final miserable pero empezó demasiado feliz. Quien tiene a Figo tiene un tesoro. Agarrado a la lucidez del portugués, insustituible en el equipo, el Barça no tardó ni seis minutos en imponer su ley. Rivaldo sufrió una falta junto al área y el extremo, en un estado de forma exultante, pidió lanzarla. No falló. El balón pasó por encima de la barrera, que saltó en bloque, y entró con suavidad por la escuadra. La goleada se adivinó. Una ilusión. El Barça, creyendo tener el trabajo medio hecho, se fue apagando como la tarde.

Los azulgrana se adormecieron, su centro del campo chirrió y dieron alas a Barbu, que dejó en evidencia a Ronald de Boer por la banda derecha. El Numancia confió en la llegada de Barbu y Ojeda para asustar a Hesp y provocó escenas hilarantes como el zapateado que Bogarde acabó bailando sobre un balón dentro del área. Un prolegómeno de lo que vendría después. Con el partido aún demasiado abierto, Van Gaal no tuvo más remedio que corregir la defensa tras el descanso, algo que viene repitiendo desde hace días. Puyol entró por Rivaldo y liberó a su vez a Ronald de Boer de la banda derecha. Al final, el holandés acabó reemplazado por Simao. Xavi no estuvo lúcido como conductor, la línea media flaqueó y el Barça se hundió. El Numancia canalizó la mayor parte de su peligro por la izquierda. No le hacía falta a la grada soñar con lo imposible. Tras una falta cometida por Bogarde, Iñaki centró templado y Pacheta cabeceó fuera de milagro. El empate estaba ahí. Pero en un minuto la historia cambió. Figo, otra vez, templó un córner, Abelardo lo peinó y Litmanen empujó el balón a la red.

El gol de Litmanen no acabó con la fe del equipo de Goikoetxea. Su obstinación tuvo al final una lluvia de premios. Bogarde empezó su festival. El holandés derribó a Castaño en el área y el colegiado señaló penalti. Ojeda batió a Hesp. Quedaban siete minutos para el final. Alentados por una grada que estaba en las nubes, Rubén Navarro, que había empezado como suplente, se rifó a Bogarde, encaró a Hesp y con un suave toque batió al holandés. El empate parecía escrito. Pero surgió la figura de Dani que peinó un balón, casi en el descuento para inmenso alivio del Barça. Pero Bogarde volvió a reivindicar su protagonismo, fue expulsado -como en Valladolid- y Pacheta, cumpliendo el sueño de la grada, marcó el tercero.

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