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En curso escolar

JAVIER UGARTE

"Irakasle espainolak Ikastetxe hontatik at" (Fuera los profesores españoles de este Centro escolar). "Profesores fascistas, andad con cuidado". O, también, "Jaque mate a los libros de texto, profesores y centros españoles". Éstas y otras proclamas, en forma de pintadas o pasquines, aparecen últimamente en los centros de enseñanza media del País Vasco, o como quiera que hoy se llamen estos centros. "Fuera la Lengua Española y la Historia Española [sic], boicot a sus clases". En mayo, los autores de los pasquines realizaban una quema "simbólica" de estos libros en una de las capitales vascas, bien es verdad, y afortunadamente, que con muy escasa repercusión. La amenaza va del casi explícito "andad con cuidado" al más hiperbólico "jaque mate". El pasado curso se quemaron al menos dos coches de profesores (sin que se sepa de autorías), en el marco de esa campaña que acostumbra a rematar sus proclamas con un "ekin euskalduntzeari". La campaña lleva la firma de Ikasle Abertzaleak, a quien ocasionalmente se han sumado LAB, Euskal Herrian Euskaraz y otros.

Se da, por lo demás, la aparente paradoja de que los libros de texto quemados están escritos en euskera o hacen referencia a la historia del País Vasco, de que los centros en los que arrecia la campaña son centros públicos en los que se imparten prácticamente todas las asignaturas en euskera (uno quisiera saber a qué santo patrón se acogen los centros privados para librarse de estas plagas para así también encomendarse a él), y que el colectivo de profesores objeto de amenaza son vasquistas en distinto grado y básicamente profesionales empeñados en realizar bien su labor docente. Vamos, islotes de afinidad vasquista en una sociedad mucho más plural en lo que toca a referentes culturales.

Estos son los hechos, que resultan realmente inquietantes. No haré aquí la defensa de los planes de estudio concebidos por Esperanza Aguirre ni de los alternativos del Gobierno vasco, pues no creo en la bondad de ninguno de ellos. Sobre los derechos de las lenguas y las culturas, está todo dicho. Cada cual es libre de creer que una cultura ha de ser promovida, una política propagada o un ecosistema defendido. Está en su derecho y el ordenamiento legal le ampara.

Pero los hechos son de otra índole. Invocando la euskaldunización, se ha lanzado una campaña de amedrentamiento y exclusión con clara disposición totalitaria, a pesar de la buena fe de los chavales o a costa, tal vez, de ella. Da igual que se apele a la defensa de una peculiaridad. De hecho, se identifica una comunidad culturalmente uniforme, la vasca, y se señala al otro a excluir, al español. Y no necesariamente a ese "pueblo situado entre el Ebro y Gibraltar", como podría decir Arzalluz citando de memoria el Espasa (o desde luego no a ese "soriano, abertzale hasta las cachas", al que se refirió en Salburua), sino a aquél que desoye la instrucción de la comunidad, normalmente alguien interno a ella. Resulta inquietante que se proponga esto a un grupo de población especialmente sensible a los lazos comunitarios y en edad de formar su primer código de valores sólido.

Voluntariamente o sin querer, se perfila el arquetipo a excluir: el arquetipo del español (más abstracto y abatible que el españolista, del que se habla equivocadamente en algún escrito). Una condición de la que toda persona recta debe huir. "Vive en vasco , habla el euskera si no quieres ser un español", escribía algún chaval en un periódico escolar sin saber realmente lo que decía. Llamar a alguien "español" es, depende dónde, peor que llamarle "joputa"» a un sevillano. Es una categoría excluyente que de modo difuso comparte un amplio espectro de nacionalismo sociológico. Lo inquietante es que se introduzca la semilla entre los escolares.

Releyendo textos de aquí y de allá, me topé con una atinada parábola de Bernardo Atxaga sobre la generación que hoy dirige el país. Siendo chavales, dice, "veíamos lo que necesitábamos ver y no teníamos dudas". En realidad, era difícil dudar entonces. "De haberlas tenido, de haber hecho preguntas y averiguaciones", hubiéramos visto el país real que se nos ocultaba y que nos ocultábamos. Hacer preguntas y averiguaciones, ahí está la clave en esa edad y aún mucho después.

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