Alegre avidez
El pasado día 3 de octubre leí en este periódico con gran avidez y alegría el artículo Una senda de cinco siglos, de Juan Francés.Vayan por delante mis más sinceras felicitaciones. En primer lugar, para el articulista, por resumir tan brillantemente en unas líneas la recuperación de un recorrido histórico, el GR-124 (Senda Real). Y, en segundo lugar, a ese centenar de amigos de la naturaleza, caminantes, excursionistas, ecologistas, montañeros, aventureros, que lo formaban; lástima no poder haber estado con vosotros, aunque al día siguiente, tanto a pie como en bicicleta de montaña, recorrí parte del camino.
Y he aquí la sorpresa, cuando observé que al día siguiente de marcar con vuestro esfuerzo el camino, bajo el puente peatonal del antiguo Parque Sindical, alguien había tachado con un aerosol Senda Real y escrito en su lugar interrogaciones. ¿Han pasado unas horas y ya hay enemigos?
¡Adelante con la Senda Real, GR-124!, un lujo a nuestro alcance. ¡Ánimo! Con ese paso, se abre más el camino, un camino que nunca tuvo que dejar de ser. Perfectamente señalizada, la senda se inicia en el puente de los Franceses; a su paso podemos ver el puente de San Fernando, el antiguo instituto Llorente; una vez en El Pardo y después de unos kilómetros de una pina subida, la Quinta de El Pardo, la puerta del Tambor sin su hermosa puerta de hierro que antaño tenía; girando a la izquierda, y, en paralelo a las tapias de El Pardo, podremos observar en temporada a las cogujadas rasar el campo, la estación de Valdelatas, la estación de El Goloso y, con suerte, un poquito más allá, la berrea del ciervo (septiembre-octubre), y entre encinas, jaras pringosas y retamas, llegar a La Pedriza.
Al Ayuntamiento, a la Comunidad de Madrid, al Ministerio de Fomento, ¡colaboración! A los amigos de trochas, senderos, caminos, vías pecuarias, cañadas reales y demás, ¡hale, hale, participación!- . .
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