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FERIA DEL PILAR

Orejas para todos

En el día grande de las fiestas pilaristas, el público zaragozano pudo celebrarlo, taurinamente hablando, porque hubo orejas para todos. Una para cada espada y, claro, aunque no se pusiesen delante, los orejófilos también se salieron con la suya y hasta se enfadaron con el presidente porque no concedió la segunda a El Juli en su primero.Esas tres orejas, sin embargo, tuvieron distinto peso, y uno piensa que la más meritoriamente conseguida fue la de Ponce en el sobrero, porque el animal no se lo puso fácil, por su nula fijeza, su mansedumbre y su condición huidiza. Además, el regalito fue mirón y con una arrancada más lenta que la de la cámara lenta. Sabido es que, cuando quiere, Ponce luce especialmente ante las dificultades, y así lo hizo también esta vez, sacando muletazos de mérito por ambos pitones y hasta ligando alguna serie. Al final de temporada, rico y sin necesidades perentorias en su carrera, se jugó gallardamente el físico y mostró su casta torera.

Torero / Ponce, Juli, Millán

Toros de El Torero (uno devuelto por inválido), 1º bueno, resto sosos y descastados. 4º, sobrero, de Rocío Tornay, manso. Enrique Ponce: aviso y ovación; oreja. El Juli: oreja y pitos. Jesús Millán, que tomó la alternativa: oreja y vuelta al ruedo. Plaza de Zaragoza, 12 de octubre. 4ª corrida de feria. Lleno.

La primera oreja de la tarde fue para el aragonés Jesús Millán, que tomaba la alternativa. Y hay que decir que ese trofeo quedó devaluado por la fea estocada que el maño propinó después de un pinchazo. Antes, no obstante, había hecho un estupendo quite al delantal y una torera faena, iniciada con excelentes dobladas y proseguida por el derecho con temple, aunque en algún momento un punto despegado. Con la zurda también mostró buenas maneras, pero el astado, el mejor del encierro de Salvador Domecq, fue acortando el viaje y el diestro tuvo que abreviar.

La segunda oreja de la tarde, con fuerte petición de la segunda, fue para El Juli en su primero, una res a la que mermó sus no excesivas facultades una espectacular vuelta de campana. El joven diestro madrileño le hizo un quite muy clásico por chicuelinas y lo banderilleó con lucimiento. Entendió al toro, le dio distancia y lo embebió en la franela, aunque a algunos muletazos también les faltase ajuste. Sobresalió en una serie con la diestra, ligada y de gran quietud, encandilando finalmente al público toreando a pies juntos con la zurda. Mató con arrojo de un certero volapié y recibió una oreja de las dos que, ¡era el día grande de las fiestas!, solicitaba el respetable.

En los tres toros en que no hubo concesión de trofeos ocurrió lo siguiente: Ponce, con un ejemplar tardo y que no se empleaba en los engaños, mostró decisión y aguante, pero los muletazos no siempre fueron templados, la faena fue muy larga, se conformó con un pinchacito hondo y marró repetidamente con el descabello. El Juli, en el quinto, decepcionó porque, aunque su enemigo no daba muchas facilidades, tampoco se comía a nadie, y un diestro con vitola de figura y que torea tanto tiene obligación de mostrar más decisión y más recursos (no hubo ni un quite, no banderilleó y con la muleta dio muchos pases, pero prácticamente ninguno lucido). Finalmente, Millán, en el sexto, hasta que el astado acortó el viaje, estuvo otra vez torero con la muleta y hubiese obtenido un trofeo de no fallar con los aceros.

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