Colorines AGUSTÍ FANCELLI
Seydi, senegalés, de 44 años, lleva 14 residiendo en Mataró. Llegó tras buscarse la vida durante un par de años en Costa de Marfil y Nigeria. Cuando se estableció en el Maresme consiguió reunirse con su mujer. Tiene dos hijos, de siete y cuatro años, y trabaja, cuando trabaja, en jardinería. Le preocupa que para obtener el visado se deba viajar al país de origen, lo cual motiva que muchos africanos ya establecidos en España no puedan volver por falta de recursos.Michle Badji, de 41 años, abandonó Senegal por motivos políticos, pues pertenecía a un grupo organizado de jóvenes obreros cristianos. Es electricista, está casado con una cordobesa y tiene tres hijos, de siete y cinco años, y el último de tres meses. Cuenta el caso de su hermana, que llegó como turista hace tres años y que, al no tener papeles, no encontraba servicio sanitario alguno que quisiera interesarse por su dolor de espalda, hasta que apareció un médico que por buena fe se hizo cargo del caso.
Lamin, de Gambia, es un joven atlético que llegó al Maresme con nueve años. Habla un impecable catalán con acento de Girona, aprendido en la escuela pública. Plantea que es un anacronismo que el permiso de trabajo sea diferente al de residencia.
Idrissa, de 36 años, también senegalés, lleva 12 años en Cataluña. Trabaja en el Centro de Información para Trabajadores Extranjeros, creado por Comisiones Obreras. Se pregunta, tras las sucesos de Ca n"Anglada y de otros lugares, qué hay que hacer par sofocar el racismo.
Ribó les escucha atentamente con cara de pájaro en el Casal de Joves de Cerdanyola, en Mataró, adonde ha acudido para presentarles su programa para la inmigración. Después se va a dar una vuelta con ellos por el barrio. Es el barrio más poblado de Mataró, surgido hace 50 años de un primer núcleo de murcianos de Cehegín que se instalaron junto a la carretera de Granollers. A los murcianos siguieron extremeños, andaluces... y muchos años después gambianos, senegaleses, marroquíes. Sin perder la fijeza del ave, Ribó recala con su séquito en el bar Pájaro Azul, donde se han reunido algunos aficionados a la cría del jilguero. Son gente que procede del sur. A los jilgueros les llaman "colorines". La diversidad.
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