Un rayo de vida en Chernóbil
Una niña llamada María es el primer bebé que nace en la zona prohibida tras el desastre nuclear de 1986.
María, un bebé de apenas dos meses, está lejos de sospechar el barullo que ha suscitado en Chernóbil: el primer bebé venido al mundo en esta ciudad muerta desde la explosión de la central nuclear en 1986 se ha convertido para las autoridades en una verdadera pesadilla. Desde que nació el 25 de agosto, la pequeña María, acurrucada en el fondo de su cuna, es objeto de múltiples rumores y amenazas.Su único pecado es haber nacido en la zona de exclusión que rodea, en un radio de 30 kilómetros, la central causante del accidente de Chernóbil, donde, oficialmente, toda vida está desterrada. La radioactividad puede alcanzar hasta 5.000 microrad por hora, es decir, 200 veces más de lo permitido.
Las autoridades sólo toleran allí a unos 600 samosioli, esos viejos inconsolables que han vuelto a vivir en la tierra de sus ancestros. Las 12.000 personas que trabajan cada día en la central y en la zona abandonan el lugar cada tarde. Antes de la catástrofe nuclear, cerca de 100.000 personas vivían en estos territorios hoy prohibidos y rodeados de alambradas.
Los padres de María, que se instalaron en la zona hace unos años para trabajar, ahora están en el paro y sobreviven de forma semiclandestina gracias a su pequeño huerto y a una decena de pollos y un cerdo, en una isbá (cabaña) abandonada tras la catástrofe, que ellos han ocupado y arreglado.
"Las autoridades nos amenazan, nos humillan, porque quieren echarnos de nuestra casa. Me tratan como a una criminal", protesta la madre de María, una robusta ucraniana de 46 años, Lidia Sovenko. "Dicen que es peligroso para María crecer en la zona. Yo también me preocupo por ella, pero de momento no quiero irme de aquí, porque no tengo ningún sitio adónde ir", sigue despechada.
El nacimiento de María es un quebradero de cabeza para las autoridades, que intentan por todos los medios acallar el asunto. Después de haber negado el nacimiento de la niña y haber afirmado más tarde que la familia se había ido al extranjero, los responsables de la zona hacen ahora todo lo posible por mantener alejados a los periodistas demasiado curiosos.
"La madre nos dijo que no quería entrevistarse con los medios de comunicación", sostiene un responsable de Chernóbil. Durante varios meses, Lidia mantuvo su embarazo en secreto, y el pasado 25 de agosto dio a luz a escondidas a María, en su pequeña casita de madera, donde no hay teléfono ni agua corriente. "No había ni médico, ni comadrona", recuerda. "Todo fue bien. Sólo el padre de mi hija estaba a mi lado. Él lavó al bebé y cortó el cordón umbilical", afirma Lidia, una divorciada con dos hijos mayores, de 23 y 28 años.
Durante diez días, Lidia, que da el pecho a su hija, no reveló nada a nadie de su entorno, para que no la echaran de su casa. "El bebé no tiene ninguna malformación, y en general disfruta de buena salud, pero tiene anemia", indica la médico de un hospital regional fuera de la zona de exclusión, donde María ha sido auscultada y vacunada. "No es posible saber si se debe o no a las radiaciones", continúa. "Nuestros vecinos nos ayudan mucho. Mi pequeña es para ellos como el símbolo del renacimiento de Chernóbil".
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