De OTAN a PESC

JAVIER SOLANA dejó ayer un puesto importante y difícil, la Secretaría General de la OTAN, desde la que ha dirigido la Alianza en la primera guerra de su cincuentenaria historia. Pasa a ocupar, a partir del próximo 18 de octubre, otro, en Bruselas, el de señor PESC, si cabe aún más complicado, pues su cometido está por inventar. Pero es justamente la guerra de Kosovo la que ha puesto crudamente de relieve la tremenda dependencia militar de los europeos de Estados Unidos y reactivado la idea de que Europa necesita una autonomía en materia de defensa, lo que implicará gastar mejor y, previsiblemente, más. Hoy por hoy, Europa invierte en defensa el 60% del esfuerzo de EE UU, para obtener un rendimiento equivalente al 10% del estadounidense.El español que ha ocupado un puesto de mayor importancia en el ámbito internacional lleva un bagaje personal que le servirá para ejercer de lo que oficialmente se llama alto representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, que suma al influyente cargo de secretario general del Consejo de Ministros comunitario: forjador de consensos, con dotes diplomáticas, cuenta con la confianza de los líderes europeos y tiene excelentes relaciones con la Administración de EE UU, y el activo de que bajo su mandato la OTAN se ha transformado y ha sellado una cooperación con Rusia que ha venido a marcar el fin de la guerra fría. La guerra de Kosovo ha enturbiado esta cooperación, pero poco a poco vuelve a reactivarse, y Rusia se ha convertido en la primera estrategia común exterior que ha adoptado la UE.

Solana tendrá que poner en marcha toda una nueva maquinaria y promover iniciativas de futuro para la PESC y la defensa europea, luchando con una burocracia y unas tensiones institucionales bien diferentes de las que se daban en una OTAN donde hay un patrón: Estados Unidos. El Consejo Europeo de Colonia trazó en junio una vía, y varios son los países que están contribuyendo a desarrollarla con propuestas de unidades de análisis y previsión, de Consejos de Ministros de Defensa, de reuniones de los jefes de Estado Mayor o de células militares de planificación. Sin duda, el señor PESC ganaría capacidad de maniobra si asumiera también la dirección de la Unión Europea Occidental (UEO), la única organización de defensa europea, cuando próximamente expire el mandato del actual secretario general, aunque algún país neutral se resiste a ello.

Sea como sea, si Europa quiere ser potencia autónoma tendrá que poner desde ahora los medios para ello, pues los ciclos de las industrias de defensa, que han de reestructurarse, son largos. De otro modo, cualquier nuevo esquema institucional quedará huero.