_
_
_
_

Los equipos de rescate temen que haya más de cien muertos en el accidente de Londres

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

La verdadera escala de la tragedia ferroviaria que desde el martes conmociona al Reino Unido seguía ignorándose anoche ante la imposibilidad de acceder a los restos de vagones aplastados y quemados en el choque cerca de la estación de Paddington. Aunque la cifra oficial de muertos seguía siendo de 28, la existencia de 170 personas desaparecidas hacía temer que las víctimas mortales rondaran el centenar. Responsables policiales hablaban ya de 70 muertos y dos centenares de heridos. Esta tragedia cuestiona la eficiencia del control gubernamental sobre la seguridad en los ferrocarriles británicos.

Más información
Los usuarios acusan a las compañías privatizadas de anteponer sus beneficios a la calidad y la seguridad
"Ya está, es el fin"

Visiblemente fatigados, miembros de las brigadas de rescate que intentaban ayer desentrañar la montaña de hierros retorcidos formada por los vagones dijeron que la única manera de determinar la verdadera magnitud de este segundo desastre ferroviario en dos años depende de la velocidad del trabajo de una gigantesca grúa de cien toneladas que ayer por la mañana llegó al lugar del siniestro para separar los restos de los vagones en cuyos restos se teme que permanecen aún docenas de cadáveres. Varios edificios cercanos a la vía que resultaron afectados por la colisión han sido demolidos a fin de abrir espacio a la grúa y a otros aparatos mecánicos dedicados a la separación de los restos de los trenes.Informes oficiales señalan ya que el desastre se produjo cuando un tren de la compañía privada First Great Western fue embestido frontal y violentamente por la locomotora de la compañía de cercanías Thames Trains minutos después de las ocho de la mañana del martes, hora punta del tráfico ferroviario que transporta diariamente a decenas de millares de trabajadores residentes en la vasta área del Gran Londres y sus zonas de influencia. Ambos maquinistas perecieron instantáneamente y ante la falta de sus testimonios directos se ha alimentado la teoría de que el accidente fue causado por otro "error humano", como el que hace dos años causó la muerte de doce pasajeros en la misma línea mientras el conductor se ataba los zapatos en la cabina sin prestar atención a los semáforos que alertaban sobre una línea ocupada por otro tren que avanzaba en sentido contrario.

"Los datos que tenemos muestran que las señales estaban funcionando y que el First Great Western [procedente de la ciudad de Cheltenahm] tenía luz verde por lo que la investigación se va a centrar en por qué la máquina del Thames [que acaba de salir de la estación de Paddington] no se detuvo en el semáforo en rojo", dijo una portavoz de Railtrack, la compañia encargada de las infraestructuras y estaciones de los ferrocarrilles de las islas.

El subjefe de la policía londinense Andy Trotter admitió ayer que más de 24 horas después del choque no era posible establecer con exactitud el número de muertos. El problema principal era la dificultad de desprender los vagones machacados y quemados en cuyo interior se encuentran los restos mutilados o incinerados de los pasajeros del fatídico viaje a Londres. "El problema con el que tenemos que lidiar es enorme. No va a ser una investigación fácil, mucho menos una veloz tarea de rescate", dijo.

Dos datos reveladores

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

El debate, junto con las investigaciones preliminares, se avivó anoche cuando surgieron dos datos reveladores: el semáforo estaba colocado en un lugar de difícil visibilidad para los maquinistas. Fuentes ferroviarias declararon a este periódico que en doce ocasiones en lo que va del año se han registrado situaciones de peligro de colisión por la mala colocación del semáforo. También cobraban cuerpo las especulaciones sobre una supuesta falta de comunicación entre las estaciones. Los usuarios estaban furiosos. Para ellos es intolerable que ocurran estas cosas, sobretodo en momentos en que el Gobierno de Tony Blair intenta convencer a sus conciudadanos de que abandonen sus coches y utilicen los servicios de transporte ferroviario que fueron privatizados siguiendo las órdenes de la ex primer ministra conservadora Margaret Thatcher la década pasada.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_