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La Brunete mediática

De Brunete mediática han sido tildados por Iñaki Anasagasti la prensa y demás medios desafectos a las tesis políticas del peneuvismo en la versión ahora dominante dentro del EBB, siglas bajo las que se denomina en vascuence a la cúpula del ya centenario Partido Nacionalista Vasco. Esa pretendida innovación lingüística intentada por el diputado del Congreso figura en un trabajo publicado el domingo en las páginas del diario Deia, de tan confesadas como nunca desmentidas afinidades políticas partidarias. Pero resulta merecedora de algún análisis, más aún si, como es el caso, viene acompañada de la insistencia en la idea del linchamiento y otros padecimientos propinados por quienes supuestamente forman en la Brunete mediática al denunciante y a sus compañeros de filas, empezando por el propio presidente Xabier Arzalluz.Conviene primero desentrañar el sentido de la expresión utilizada para examinar después si su aplicación al caso que nos ocupa es adecuada. Así, aclaremos para quienes hayan llegado tarde que, como me contó el coronel Carlos Blanco Escolá, Brunete, localidad al Oeste de Madrid, dio nombre a la batalla iniciada el 5 de julio de 1937 a raíz de la ofensiva republicana planeada por el coronel Vicente Rojo. Sorpresa y desconcierto causó en el general Francisco Franco, que renunció a la iniciativa en el frente del Norte. Rojo vio que el éxito táctico se evaporaba al degenerar la ofensiva en una batalla de desgaste, con clara ventaja para quienes disponían de una abrumadora superioridad de medios. Pero se anotó el triunfo estratégico, pues el enemigo acudió precipitadamente a la cita de Brunete con toda su aviación y también, entre otras unidades, con las Brigadas Navarras, excelentes tropas de choque, retiradas del frente del Norte.

De todos estos polvos, levantados hace más de 62 años, resultó que la División Acorazada nº1, durante mucho tiempo considerada la unidad de élite del Ejército de Tierra, fuera denominada Brunete. La Brunete -¿para cuándo un nuevo nombre ajeno a la discordia civil?- fue referencia permanente de unas fuerzas armadas que formaron parte de la amenaza nacional por su diseño para tenernos atados y bien atados hasta que, como resultado de la transición, de los textos constitucionales y de la voluntad política de todos, acabaron sellando su compromiso de obediencia y se integraron en las misiones de la Defensa a las órdenes del Gobierno que elegimos. Así que, al hablar de la Brunete mediática, parecería que se quiere evocar una imagen amenazante, militarizada, cercana a la bota de Madrid, compuesta por los medios de prensa, radio y televisión considerados desafectos a las tesis peneuvistas preponderantes por el momento en el EBB. Esa Brunete mediática debe ser seguramente la encargada de propinar el linchamiento que tanto resiente a Xabier Arzalluz si hemos de atender al discurso de sus padecimientos, subrayado con una indumentaria de botas y atavíos montañeros en campas como la de Salburua. Pero, entre tanto, son precisamente los periodistas y los medios de comunicación, descalificados como miembros integrantes de la imaginaria Brunete, los que resultan después designados como objetivos preferentes para recibir la caricia de los cócteles mólotov y demás obsequios explosivos de la gama etarra, remitidos por los chicos de la kale borroka, criaturas afines asimilables y nunca reprobadas por los socios bienamados de Euskal Herritarrok. De ahí que en la gendarmería francesa se siga a la espera del telegrama de felicitación del Gobierno de Vitoria y de las fuerzas políticas vascas comprometidas con la paz, más merecido que nunca tras la recuperación de la dinamita y la detención de sus sustractores.

Se impone la búsqueda de la inteligibilidad y algo puede avanzarse en esa tarea mediante dos libros recientes -El nuevo escenario y Tiempo de cerezas, publicados respectivamente por el sindicato ELA de obediencia peneuvista y por la asociación Eliza 2000, de los que da noticia Mario Onaindia- donde se aclara que quienes son ajenos al bloque dispuesto a recuperar la soberanía y la autodeterminación han dejado de ser vascos. Queda claro que es más urgente que nunca reabsorber en el diálogo percepciones tan antagónicas como las reflejadas aquí y en algunos libros de texto sobre los que volveremos.

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