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Lafontaine comienza la gran ofensiva contra Schröder y pone en duda su credibilidad

Pilar Bonet

El ex presidente del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), Oskar Lafontaine, ha acusado a Gerhard Schröder de no cumplir sus promesas electorales y ha puesto en duda la credibilidad del canciller en su libro El corazón late a la izquierda. Con la publicación ayer de los primeros fragmentos de la obra en el diario conservador Die Welt am Sonntag, Lafontaine dio un paso más en su desestabilizadora ofensiva contra Schröder, contra el SPD y, en última instancia, contra el Gobierno rojiverde alemán.

El punto culminante de esta ofensiva será el 13 de octubre, cuando Lafontaine presente su libro en la Feria de Francfort. Anoche, en el programa de Sabine Christiansen, uno de los espacios estrellas de la televisión alemana, el canciller se negó a entrar en el debate público sobre el libro.El Ajuste de Cuentas, el título elegido por Die Welt am Sonntag para presentar la obra, por la que Lafontaine ha cobrado 800.000 marcos (unos 65 millones de pesetas), no podía ser más sugestivo. Y la publicación, en vísperas de las elecciones del Estado federado de Berlin, no podía ser más inoportuna para el SPD, que se juega su presencia en la administración de la capital, regida ahora por una coalición entre la CDU-SPD. "Reserve su ejemplar antes de que se agote", rezaba ayer un cartel en una librería de la capital. "Lo peor de todo es que Lafontaine no se ha prestado ni un solo momento a la discusión con los miembros del partido", afirmaba ayer un diputado socialdemócrata. El diputado aseguraba sentirse "particularmente dolido". El ex presidente del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), Oskar Lafontaine, ha acusado a Gerhard Schröder de no cumplir sus promesas electorales y ha puesto en duda la credibilidad del canciller en su libro El corazón late a la izquierda. Con la publicación ayer de los primeros fragmentos de la obra en el diario conservador Die Welt am Sonntag, Lafontaine dio un paso más en su desestabilizadora ofensiva contra Schröder, contra el SPD y, en última instancia, contra el Gobierno rojiverde alemán, por haber sido uno de los seguidores del político, que abandonó todos sus cargos el 11 de marzo.

En los fragmentos publicados ayer, Lafontaine afirma que después de las elecciones de septiembre de 1998 se sintió decepcionado de la capacidad de Gerhard Schröder de trabajar en equipo, pero consintió, a regañadientes, en aceptar un puesto en el Gobierno con el fin de garantizar que se cumplieran las promesas electorales. "Tal vez presentí ya entonces que, si no estaba presente, Schröder daría la espalda a estas promesas", afirma. Lafontaine desautoriza el plan de austeridad de Hans Eichel, su sucesor al frente del ministerio de Finanzas. "Conmigo no se hubiera hecho", dice refiriéndose al "Programa de Futuro 2000".

Lafontaine afirma que, tras su retirada, la política de la coalición rojiverde emprendió un rumbo "que yo no hubiera considerado posible y que me llenó de gran pesar". "Es difícil de asimilar que la República Federal de Alemania participara por primera vez en una guerra, que despreciaba el derecho internacional y que no era compatible con la Ley Fundamental", manifiesta Lafontaine. Para justificar su intervención pública, el ex ministro dice haberse sentido "desafiado" por el manifiesto de Gerhard Schröder y Tony Blair, publicado en vísperas de las elecciones europeas, y al programa de Eichel. "Ganamos las elecciones con la promesa de otra política, con la promesa de introducir más justicia social en nuestro país", señala. "Mi libro está dirigido contra el cambio radical de política de la coalición rojiverde hacia el neoliberalismo y contra el olvido de las promesas electorales".

Deslealtad

Lafontaine no perdona a nadie. Al ministro de Defensa, Rudolf Scharping, le acusa de ser "desleal" por sus supuestas intrigas para conseguir el puesto de jefe del grupo parlamentario que ambicionaba tras la victoria electoral. De la "capacidad de juicio político" del actual ministro de Exteriores, Joschka Fischer, dice haber dudado cuando el político verde le propuso imitar el modelo del Olivo italiano y encontrar un Prodi alemán para proponerlo como candidato a canciller. Fischer proponía apostar por un ex alto ejecutivo de la Mercedes. Con envenenada ironía, Lafontaine le sugirió que el proyecto alemán podría llevar el nombre de El Ciruelo. El ex ministro de Finanzas acusa a Bodo Hombach, el ex jefe de la Cancillería de Schröder, de coordinar un equipo de personas especializadas en la indiscreción y la desinformación, que utilizaban a la prensa alemana para aguijonearle.El semanario Der Spiegel, que sale hoy a la venta, dedica su portada a Lafontaine, y asegura que la izquierda del SPD lo ha perdido como figura de identificación. "Aunque tenga razón en un 100%, ahora es un problema para nosotros", manifestó el diputado Gernot Erler, uno de sus partidarios.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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