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No sé...

JUVENAL SOTO No sé si darle el pésame al subdelegado del Gobierno de Aznar por el estrepitoso fracaso policial en el que tiene sumida a la provincia de Málaga -más de una docena de muertes violentas en los últimos meses-, o si acercarme hasta el Ayuntamiento de esta Ciudad del Paraíso para mostrarle mis condolencias a Villalobos por la ruina de un Palacio de los Deportes que no ha durado ni tres semanas. No sé si hacerle un corte de mangas a Ferrovial -empresa constructora, por deseo de Villalobos, de ese Palacio- o si personarme en el juzgado de guardia. No sé si regalarle los servicios de un detective por horas al subdelegado del Gobierno de Aznar, o si mandarle una plomada y un palaustre a Villalobos. No sé si mentarles las entretelas a los responsables de Ferrovial, o si ir organizando la acusación particular contra esos sujetos. No sé si alguien piensa dimitir, o si alguien ha pensado en cesar a alguien, o si alguno sopesa la posibilidad de abandonar el negocio de la edificación. Sé que la pifia de Villalobos con el Palacio de los Deportes de Málaga va a costarle unos miles de votos al PP en las próximas elecciones autonómicas. No sé tácticas policiales, pero sé que la falta de gestión del subdelegado del Gobierno de Aznar va a pasarle una horrenda factura electoral al PP en las cercanas elecciones andaluzas. No sé ni cómo se pone un ladrillo, pero sé que lo de Ferrovial puede estar contemplado entre los comportamientos punibles que tipifica el Código Penal y, en consecuencia, entre las materias demandables a las que se refiere el Código Civil. No sé si las responsabilidades jurídicas de todos los desmanes que ocurren en Málaga afectarán al subdelegado del Gobierno. No sé si Villalobos y su equipo de gobierno municipal son responsables de alguno de los comportamientos negligentes que condena nuestro ordenamiento jurídico. No sé si los abogados de Ferrovial están repasando ciertos artículos que tipifican ciertos delitos. Sé que la política es una actividad propia de los seres humanos responsables, y que cuando determinados comportamientos resultan políticamente insensatos se impone dimitir, o se impone cesar a alguien. No sé qué ocurrirá con el equipo de baloncesto que pasea el nombre de Málaga por esas canchas que no amenazan venirse abajo. No sé qué harán los aficionados a ver jugar a ese equipo, los que en tan grave riesgo pusieron sus vidas asistiendo a los dos partidos que se celebraron en el ya por entonces ruinoso Palacio de los Deportes. Sé que el Unicaja es un equipo de baloncesto más que digno que no se merece tanta cochambre. Sé que los aficionados del Unicaja han pagado unas cantidades considerables de dinero para ver cómo juega su equipo en un Palacio de los Deportes que se cae. No sé por qué hay gente que continúa pretendiendo asumir responsabilidades para las que no está capacitado. Sé que esa gente debería marcharse -o deberían prescindir de sus servicios- por el bien de todos los demás. En fin, no sé por qué aún no han intervenido en este asunto la Fiscalía de la Audiencia Nacional. Sé que la Audiencia Nacional debiera ser competente para intervenir en este escándalo.

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