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Jabier Muguruza encuentra su senda entre el jazz, el pop y la poesía

Jabier Muguruza es un hombre templado. Las palabras no se atropellan en su boca y su serenidad contrasta un tanto con el desenfreno tropical al que invita con su grupo Joxe Ripiau. Pero el músico no percute las teclas de su acordeón únicamente para provocar el baile, sino que ése es también el instrumento en el cual apoya una carrera en solitario que le devuelve a la actualidad con la edición de Fiordoan (En el fiordo), su cuarto elepé, primero para Esan Ozenki Records. "Con este disco me he quedado muy a gusto aunque, cuando empecé a trabajar en él, tuve un lapso de tiempo en el cual me costó bastante ponerme en marcha, fue un periodo de cierto sufrimiento e impotencia. Es un disco continuista, sobre todo respecto a Aize, el anterior, porque la instrumentación descansa también en el piano, en el bajo y en esa batería jazzíztica, delicada. He llegado a situarme en la vida en un sitio en el que creo que tengo las cosas bastante claras, sé por dónde quiero seguir", certifica un cantautor que se define como crítico y perfeccionista. Ese afán por mejorar ha llevado a Jabier Muguruza a prácticamente susurrar en Fiordoan textos originales de poetas y literatos como Iñaki Irazu, Bernardo Atxaga, José Luis Padrón y el canario Félix Francisco Casanovas -"los textos es muy importante que los pueda cantar como si fueran míos"-, y a rodearse de las voces de invitadas de excepción como su propia hija; Amparo Sánchez de Amparanoia y la catalana Lidia Pujol. Ansia de notoriedad Muguruza es quizá el apellido más conocido dentro del rock vasco, cuya escena ha visto cómo dos miembros del clan irunés capitaneaban bandas influyentes y rupturistas como Kortatu y Negu Gorriak. Por tal motivo Iñigo y, sobre todo, Fermin son los más famosos de los hermanos, por haber logrado un éxito que se negó a Les Mecaniciens, formación fundada por Jabier y con la cual grabó tres elepés. Pero la menor trascendencia de su propuesta no incomoda al primogénito, ni le hace sentirse infravalorado: "Creo que son dos terrenos muy diferentes. Fermin está mucho más involucrado en el rock y yo estoy trabajando en un terreno cercano tanto a la poesía como al jazz y al pop. No se puede pretender que lo que hago sea mayoritario", afirma un autor que despacha una media de 2.000 ejemplares de cada disco. El reciente auge del acordeón diatónico, o trikitixa, no ha contribuido a lanzarle a la fama -"es un fenómeno unido a un público juvenil, y mi música es más para gente de veintitantos para adelante"-, como tampoco ha sucedido con el de los cantautores, pero, aunque el ansia de notoriedad no es el principal rasgo de su carácter, en el terreno musical dice aspirar "a todo". Así, amplia, es la ambición de un músico que, entre otras cosas, puede presumir de colaborar asiduamente con Bernardo Atxaga y de ser el autor de cuatro libros.

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