La larga marcha verde
Si el lector tuviese a bien sostener el periódico con la mano izquierda y extender, entretanto, la diestra con el dorso hacia arriba, podría aprender por arte de símil cómo es la cabecera del Eresma: el dedo pulgar es el arroyo del Puerto del Paular, que nace en el puerto homónimo, más conocido como Cotos; el índice, el de las Cárcavas del Valle, que surge de la entraña de las Guarramillas; el corazón, el de las Pintadas, que aflora en la varga del puerto de Navacerrada; el anular, el del Telégrafo, que ve la luz en la umbría de Siete Picos, y el meñique, el de Minguete, que brota cabe el puerto de la Fuenfría. Los cinco dedos-arroyos se juntan cerca del puente de la Cantina, pulsera de piedras dieciochescas que ciñe esta gullivérica muñeca, a partir de la cual, al igual que el brazo empieza a llamarse brazo, el Eresma, Eresma. Por último, el vello que prolifera desde las segundas falanges hasta el codo es -aparte de un signo manifiesto de nuestra hermandad con los gorilas- el pinar de Valsaín.Uno de los caminos más hermosos y andaderos que en la sierra hacerse puedan es el de Cotos a Cercedilla por el puente de la Cantina y el puerto de la Fuenfría; o, lo que es lo mismo, por las primeras fuentes del Eresma y los bosques de pino silvestre más bellos del mundo. Se trata de un itinerario largo -más de cuatro leguas-, de los llamados abiertos -se empieza en un punto y se acaba en otro-, que sería casi imposible de realizar si no existiera el trenecillo Cercedilla-Cotos (línea C-9 de cercanías), el cual nos va a permitir subir al puerto para echarnos a andar sin tener que pensar en la vuelta, en el dichoso coche, en hacer autoestop, sufragar un taxi, vivaquear... y todas esas complicadas logísticas -hay guías de senderismo que proponen incluso operar en dos grupos reducidos, caminando cada uno en un sentido, para intercambiar las llaves de los vehículos a mitad de camino- que convierten un día de campo en algo tan placentero como unas maniobras militares.
Llegados en tren al puerto de Cotos (1.848 metros), nos situaremos sobre el túnel donde termina la vía para tomar el camino marcado con señales de color blanco y rojo -sendero GR-10.1- que desciende por el pinar dejando a mano izquierda las instalaciones ferroviarias. Estaremos hollando una preciosa reliquia: el camino viejo del Paular, el único que hubo para pasar del valle del Lozoya (o del Paular) al del Eresma (o de Val-saín) hasta el año 1926, en que se acabó la carretera Rascafría-Cotos-puerto de Navacerrada.
Una horita de plácido descenso hay hasta desembocar en la pista forestal asfaltada de la Cruz de la Gallega, la cual seguiremos a la izquierda, cruzando el arroyo del Puerto del Paular y el de las Pintadas, para salir en otra media hora a la carretera de La Granja. Por ella bajaremos cerca de medio kilómetro hasta avistar el puente de la Cantina (1.320 metros). Poco antes de esta obra -debida a CarlosIII-, nace a mano izquierda, frente a una casa forestal, otro ramal de la mentada pista asfaltada, que nos va a llevar, cortando los arroyos del Telégrafo y de Minguete, y después de salvar un fatigoso repecho, hasta la fuente de la Reina, a casi tres horas del inicio.
En este punto -el más alto que alcanza el camino asfaltado-, tiraremos hacia arriba por la carretera de la República, amplia pista de tierra y guijo que pasa junto a las ruinas de Casarás -convento de templarios, según la leyenda; en realidad, casa de postas de FelipeII- antes de coronar el puerto de la Fuenfría, sito a 1.796 metros de altura y como a cuatro horas del comienzo. Otra hora más nos llevará el descenso por la calzada romana hasta el aparcamiento de Majavilán y, por carretera luego, hasta el hospital de la Fuenfría. Y la sexta hora, sin contar la del almuerzo y las paradas contemplativas, se nos irá paseando por el camino Puricelli -pista señalizada con círculos azules-, que nace junto al aparcamiento de visitantes del sanatorio y va a morir en la estación de Cercedilla.
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