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Tribuna
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Caña y guante blanco

De los siete líderes que han entrado en campaña, cinco llevan puesto el guante blanco y sólo dos reparten un poco de caña. El siempre mesurado Duran Lleida demuestra que también sabe hacer de expeditivo ariete y embiste con saña contra socialistas y populares. No importa que Duran sea a todas luces más dialogante y moderado que Pujol. Da igual que Duran y Maragall pertenezcan al partido transversal -sintonía subliminal, oculta y desjerarquizada masonería, herencia de la Assemblea de Catalunya que aproxima a no pocos catalanistas de distintas obediencias y de suave orientación centrista-. El jefe de Unió pasa por encima de esas y otras consideraciones y anima la campaña con sonoros batacazos verbales en la cabeza de Maragall ("vendedor de humo", "candidato de diseño"). El cual, sorprendido, dolido, anonadado, reacciona como un tanguista con mal de amores: "de Duran, que tanto quiero y tanto extraño, no me lo esperaba". Contra caña, guante blanco.Todos los sondeos y todos los olfatos auguran un soberbio batacazo de Ribó y su Iniciativa. Tras entregar a los socialistas sus escasos votos en Lleida, Girona y Tarragona y autoerigirse en la tilde ecoizquierda de Maragall, observa como su espacio se achica a ojos vista. ¿Cómo reacciona? Aplicando una sabiduría popular, "al mal tiempo, buena cara", que le convierte en el alma en pena de la campaña. De modo contrario, se revuelve el líder de ERC, Carod Rovira, contra la OPA semihostil de Maragall. Lanza tracas verbales, repartidas por mitades, contra el nacionalismo de derechas y el socialismo dependiente. "Pujol es el candidato de Aznar", o "a Maragall sólo le queda el vidalquadrismo". Duran es aragonés de familia y nacimiento. El padre de Carod, también. Será de ahí que tienen esa sintaxis contundente, opuesta a los vericuetos interminables de lo mediterráneo. O será de su no-pertenencia a la zona pija de Barcelona, de donde provienen o a la que se incorporan todos los demás, de Ribó a Fernández Díaz. Incluso Aznar, de campaña en Barcelona, se puso el guante blanco de las fiestas de guardar: "Pujol tiene fundamento, pero hay que moderarle". Si desde el nacionalismo de izquierdas se reparten bofetadas contra los dos grandes protagonistas de la contienda, desde la derecha española se dividen las bendiciones, una para ti, una y media para mí.

Satisfecho porque, después de tantos años de ganarse las elecciones sólo, ha encontrado en Duran al perfecto as de bastos, Pujol -de mentalidad mesocrática y antipijo- parece encantado en su nuevo papel de Gepeto, simpático abuelete de Cataluña. Mientras, Maragall acaricia la sombra de su grande testa y la socialista Manuela de Madre sigue sin actuar de revulsivo. Ella sí daría caña, si la dejaran.

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