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Término medio

JUANJO GARCÍA DEL MORAL Dicen que en el témino medio está la virtud. Y probablemente sea cierto, a la vista de lo sucedido en los congresos celebrados en el espacio de una semana en Valencia por socialistas y populares, que han escenificado los dos extremos de una misma cuestión: la relación de los partidos con la sociedad, su adecuación a la realidad de la calle. Los primeros ofrecieron a la ciudadanía un lamentable espectáculo de división interna, de luchas tribales y de enfrentamiento entre líderes; y los segundos, una edulcorada representación de aparentes adhesiones inquebrantables y apoyos incondicionales. Lo del PSPV fue como un temporal en el mar de Tasmania y lo del PP, una balsa de aceite. Pues ni tanto ni tan calvo. Es verdad que lo de los socialistas ha sido una pasada, que sería deseable que existiera menos crispación en el partido y que sus dirigentes y cuadros pensaran más en la ciudadanía a la hora de arreglar sus cosas. Pero también estaría bien que, a la hora de celebrar sus cónclaves partidarios, los populares mostraran un poco menos de autocomplacencia, más espíritu crítico y menos unanimidad. Porque si un partido centrado únicamente en sus luchas cainitas no está en condiciones de prestar a la sociedad el servicio que debe, tampoco sirve de mucho aquél en el que no se registra discusión alguna y en el que el líder hace y deshace a su antojo. Y, además, es peligroso. Sólo en una cuestión han coincidido ambos congresos: la ausencia de debate ideológico. Los socialistas no tuvieron tiempo -bien es verdad que el congreso extraordinario tampoco era el momento para ello-, enfrascados como estaban en su particular atasco. Los populares sí que aprobaron una ponencia política, aunque apenas sin discusión, y a alguno que quiso enmendar algo le espetaron que estaba fuera de plazo. Por otra parte, si para los socialistas la maratoniana jornada congresual resultó insuficiente -podrían haber seguido varios días tirándose los trastos-, al PP, que había programado día y medio de congreso, le sobró tiempo, ya que podría haberlo zanjado todo en una matinée.

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