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Mubarak logra un nuevo mandato en Egipto en un plebiscito sin rivales

Hosni Mubarak es el ganador del plebiscito presidencial celebrado ayer en Egipto: era el candidato único. Sin oposición real, los únicos datos significativos eran los de la participación ciudadana. A falta de resultados oficiales, que se conocerán en la tarde de hoy, la comisión electoral adelantó anoche que la participación se situaba entre el 85% y el 90%. En este cuarto mandato, Mubarak deberá tomar una decisión clave: elegir el nombre de su sucesor en el 2005. Todo apunta a que el designado será su hijo Gamal.

Funcionarios rasos y parados fueron ayer transportados en autobuses y furgonetas hasta los colegios electorales de El Cairo. El objetivo: participar ante la prensa internacional y las cámaras de la televisión en la elección plebiscitaria con la que se sancionó el cuarto mandato de Hosni Mubarak. El desembarco de los votantes ante los colegios electorales fue acompañado de los yuyús (gritos de alegría) de las mujeres y de las expresiones de júbilo rítmicas de cientos de espontáneos que, portando carteles y fotografías del raís (presidente), no cesaban de repetir: "Sí, Mubarak presidente para toda la vida" o "Mubarak, sacrificaremos nuestra sangre y nuestra alma por ti". La escuela secundaria Kawmia, en el área residencial de Al Aguza, en la margen izquierda del Nilo; la de Abu Bakr Alsedek, en el suburbio de Imbaba; o la de Orman, en el vecino barrio de Dokki, se convirtieron en escenario de esa euforia electoral, que durante las últimas tres semanas ha venido alimentando el poderosísimo aparato de la Administración estatal.

El fervor de los votantes apagó las protestas de los sectores de la oposición, especialmente del Partido Naserista Democrático, en el Parlamento, de las organizaciones islamistas y de un centenar de intelectuales que habían pedido el boicoteo de las votaciones.

El hecho es que el presidente logró su cuarto mandato, con lo que establecerá un récord de permanencia en el puesto: 24 años; muy por encima de los 13 de Gamal Abel Nasser o de los 11 de Anuar el Sadat, asesinado en octubre de 1981 por un fanático fundamentalista.

Mubarak deberá resolver en este mandato dos retos: finalizar con el proceso de privatizaciones impuesto por el Banco Mundial y el FMI dentro del plan de reajuste estructural firmado en 1991, y, más importantes aún, desvelar el nombre de su sucesor, con el nombramiento de un vicepresidente.

Hermetismo total

La muerte reciente de sus compañeros y amigos de la región, el rey Hassan II de Marruecos y el rey Hussein de Jordania, parece no hacer mella alguna en este veterano gobernante (de 71 años), que se niega obstinadamente a desvelar sus planes. "Nosotros no somos estadounidenses. La práctica de nombrar un vicepresidente es propia de Estados Unidos", aseguró Mubarak con ironía a la prensa congregada en las puertas de un colegio electoral de Heliópolis, al este de El Cairo, adonde acudió a primera hora de la mañana para depositar el voto.

Los observadores políticos de El Cairo aseguran que todos los signos externos apuntan a que el sucesor de Mubarak va a ser su hijo menor Gamal, un emprendedor hombre de negocios que desde hace un tiempo parece decidido a irrumpir en la vida política y social de Egipto. Para ello ha formado un nuevo partido político, Al Wasat, y organizado una asociación sin ánimo de lucro con la que se pretende fomentar la construcción de apartamentos para los más jóvenes, que son su electorado potencial.

La proyección y el impulso político de Gamal ha conseguido desbancar al gobernador de Alejandría, el general Abdusalm Mahjub, de 64 años de edad, a quien durante los últimos meses se le colocaba en el puesto de vicepresidente; un cargo para el que contaba con el apoyo del Ejército y su prestigio dentro del Consejo de Defensa Nacional y el Consejo de Seguridad Nacional, las dos instancias claves para la defensa militar de Egipto.

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