Los aspirantes a la candidatura presidencial del PRI se emplean a fondo para enterrar el 'dedazo'
Los cuatro aspirantes a la candidatura presidencial por el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) en las elecciones del 2000 debaten a cara de perro en las históricas primarias del partido y dos disputarán el triunfo en la votación secreta del 7 de noviembre. Son Francisco Labastida, anterior secretario de Gobernación (ministro de Interior) con Ernesto Zedillo, y Roberto Madrazo, exgobernador de Tabasco, cuyo violento intercambio de golpes parece indicar que agoniza en México el dedazo, la directa designación del sucesor ejercida por todos los jefes del Ejecutivo saliente durante casi siete decenios.
El presidente Zedillo prometió acabar con la antidemocrática práctica priísta, y en marzo anunció que los interesados en la presidencia debían competir entre sí, y que ganaría la nominación quien sumase mayor número de distritos en una votación abierta a todos los mexicanos. Las reacciones fueron cautas, y buena parte de los comentaristas la despreció al entender que escondía la simulación, una maravillosa adaptación del dedazo a los nuevos tiempos. Labastida fue citado entonces, y todavía ahora, como el hombre del presidente, el beneficiario de la omnipresencia del aparato. "Muchos se han dado cuenta de que esto va en serio, a veces con excesiva dureza", aseguran las fuentes consultadas en su equipo. La creencia más generalizada era que el dinosaurio Madrazo arrancaría con un discurso farruco contra el supuesto delfín del presidente para poder negociar con mayor fuerza influencias en la nueva Administración a cambio de su retirada. Manuel Bartlett, exgobernador de Puebla, también dinosaurio, y Humberto Roque, expresidente del PRI, peso pluma, fueron mencionados como figurantes de pasarela. Improbable de momento una coalición opositora con candidato único, los sondeos anticipan una nueva victoria del partido que ha sido régimen e hizo de las elecciones una farsa. Nada parece decidido en las primarias del PRI, y tampoco hay garantías sobre el comportamiento de las organizaciones de base priístas. Madrazo dispara con fuego real, pisa los talones a Labastida en las encuestas y le da duro en la espinilla con una descarnada relación de cargos contra el neoliberalismo y llevando a los titulares que el aumento de la pobreza y la injusticia social durante el Gobierno de Zedillo han sido mayores.
La seriedad de la apertura en la designación de candidato cobró mayor fuerza cuando el jefe de campaña de Labastida, el exministro Esteban Moctezuma, se descolgó con un exabrupto escandaloso. Pedirle honradez a Roberto Madrazo, comentó en una reunión filtrada a la prensa, es como pedirle a Hitler respeto a los derechos humanos.Eran ya palabras mayores. Si el proceso nacía amañado y el de Tabasco acabaría abandonado, fue la deducción lógica, no era necesario irritarle con ese torpedo contra la línea de flotación de un hombre que conoce los vericuetos del PRI como pocos, porque ha transitado por ellos, y cuya probidad en el ejercicio de cargos oficiales cuestionan estos días en privado asesores de Labastida.
El debate permanece bajo control, pero son reales los riesgos de fractura en el movimiento creado por caudillos revolucionarios a principios de siglo, la posibilidad de que Roberto Madrazo decida volar por libre al grito de tongo después de calcular los riesgos y ventajas. "Vamos a luchar por que no haya una fractura, pero no es descartable", señala un íntimo del candidato favorito, Labastida. "Podemos incorporar a Roberto y a su equipo no en el nuevo Gobierno, pero sí en el sector legislativo. Lo mismo puede ocurrir con Manuel [Bartlett]". Madrazo, con dinero y amigos millonarios de uñas con el Gobierno porque interrumpió el crecimiento de sus negocios, niega que esté pensando en el portazo.
No faltan quienes aventuran con la suspensión de las primarias si los candidatos llegan a las manos y rompen la baraja. Aparecería entonces un quinto aspirante, posibilidad de momento remota. La contienda continúa, los candidatos se han llamado mentirosos o insolventes, reciben libros sobre Pinocho, y la sociedad gana porque, por primera vez en la historia de México, el priísta que aspira a su presidencia debe exhibir méritos y capacidades y ganarse a los votantes o a quienes todavía controlan las voluntades de muchos de ellos.
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