EEUU supera su récord de aplicación de la pena de muerte en un solo año
Estados Unidos superó ayer su récord de ejecuciones en un solo año desde la restauración de la pena capital, en 1976. Dos hombres -un disminuido mental en Delaware y un negro en Carolina del Norte- fueron ejecutados por inyección letal durante la madrugada, situando en 76 el número de aplicaciones de la pena capital en todo el país en este año. En los nueve primeros meses de 1999 han sido ejecutadas más personas que en todo 1997, el año que posee el siniestro récord con 74 ejecuciones.Al informar de este hecho, el Centro de Información sobre la Pena de Muerte, un organismo privado con sede en Washington, subrayó que, a este ritmo, la cifra de ejecuciones en EEUU puede aproximarse este año a 100. "La potencia que predica el respeto universal de la democracia y los derechos humanos sólo es superada por China en su entusiasmo a la hora de darle trabajo al verdugo", comentó Richard Dieter, director de ese organismo.
Tribunales más severos
El incremento de ejecuciones registrado en los últimos años se explica por la particular severidad de los tribunales a finales de la década de los ochenta, un periodo en el que EE UU combatió con particular conservadurismo y mano dura el incremento de la delincuencia. Treinta y ocho de los 50 Estados norteamericanos aplican ahora la pena de muerte. Según las últimas encuestas, el 41% de la población apoya incondicionalmente este castigo; el 44% aceptaría abolirlo siempre que se garantizara que los asesinos cumplen hasta su último aliento condenas de cadena perpetua, y sólo el 15% se declara en contra de cualquiera de esas dos penas. El endurecimiento de las leyes decidido bajo las presidencias de Ronald Reagan y George Bush es también la causa de que ahora haya 1,9 millones de estadounidenses en prisión, lo que supone 1 de cada 149 habitantes.
El coste del mantenimiento de esa inmensa población reclusa, superior a las de China y Rusia, es de 46.000 millones de dólares anuales (7,3 billones de pesetas). Un cuarto del total mundial de las personas privadas de libertad están en cárceles estadounidenses. Un 35% de los ejecutados en EEUU desde que el Tribunal Supremo restableció la constitucionalidad de la pena de muerte son negros. Este porcentaje contrasta con el hecho de que esta minoría racial representa tan sólo un 12% de la población.
Los blancos aportan el principal contingente de ejecutados, el 57%, pero por debajo de su presencia en el mosaico norteamericano, que se sitúa en el 71%. Los hispanos, un 11,5% de la población, aportan un 7% de las víctimas.
Willie Sullivan, de 28 años, fue la persona ejecutada ayer en Delaware. Sullivan, un hombre con manifiestos signos de retraso mental desde su nacimiento, estaba condenado por haber aplastado en 1991 con un bloque de cemento a un anciano al que quería robar. Desde 1976 hasta ayer han sido ejecutados en EEUU 35 disminuidos mentales.
El otro se llamaba Harvey Green, tenía 38 años y era hijo de un pastor protestante. Fue el primer afroamericano ejecutado en una prisión de Carolina del Norte desde que ese Estado restableció la pena capital en los setenta. El gobernador Jim Hunt le negó clemencia, pese a los llamamientos de organizaciones afroamericanas que señalaban que Green fue condenado por un jurado compuesto por 11 blancos y un negro.
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