Washington y Moscú unen sus fuerzas contra Bin Laden
Una de las manos que se intuyen tras la ofensiva terrorista y la amenaza islámica en el Cáucaso, la del millonario saudí Osama bin Laden, está ahora en el punto de mira de los servicios secretos de Rusia y EE UU. El primer ministro ruso, Vladímir Putin, confirmó ayer desde Rostov que ambos países han unido sus esfuerzos para localizarle, y señaló que el supuesto financiador de las milicias de Basáyev y Jatab ha visitado Chechenia en varias ocasiones y tiene allí representantes permanentes. Oficialmente, Rusia sigue negando que prepare una operación terrestre para acabar de una vez por todas con el problema checheno. El recuerdo de la humillación sufrida por el Ejército ruso en la guerra que acabó en agosto de 1996 debería bastar para alejar esa tentación. Sin embargo, está claro que hay halcones que quieren sacarse esa espina.El diario Segodnia sostenía ayer en su primera página que los días del ministro de Defensa, Ígor Serguéyev, están contados, por prestar demasiada atención a la defensa estratégica y poca a las amenazas locales más inmediatas.
La idea es que de poco sirve plantar cara a Estados Unidos acercando los aviones más modernos de que dispone Rusia al espacio aéreo de Estados Unidos si, simultáneamente, no se dispone de la capacidad de combate necesaria para exterminar a los "bandidos chechenos".
Por eso, según Segodnia, Serguéyev está en la cuerda floja, y el principal candidato a sustituirle es alguien que tiene un pensamiento militar opuesto y que aún busca venganza por la peor derrota que ha sufrido el heredero del Ejército Rojo. Ese general sería el jefe del Estado Mayor, Anatoli Kvashnin que, supuestamente, casi vive en el avión del primer ministro, Vladímir Putin. Éste, sin embargo, desmintió ayer categóricamente que sea eso lo que se está cociendo.
