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Una mala racha en zonas pobladas

No aumenta el número de seísmos, pero sí la población en las regiones de alto riesgo

En un mes, tres grandes terremotos han sumado decenas de miles de víctimas mortales en Turquía, Grecia y Taiwan y una enorme destrucción. Se aproxima el fin del mundo, pensarán los milenaristas. Los geofísicos, sin embargo, ni siquiera se acuerdan de que se acerca el año 2000 cuando se les pregunta sobre la razón de tanta catástrofe natural. Para ellos se trata de una mala racha, de las muchas que el hombre ha atravesado desde que vive sobre la Tierra, un planeta que está vivo y lo demuestra con fenómenos dinámicos como volcanes y terremotos.Si se observa el completo mapa del mundo físico que ha editado la revista National Geographic en una serie con motivo del milenio, Taiwan se adivina bajo una nube de puntos amarillos, que indican los temblores que se han producido en esa zona durante el siglo XX con magnitud superior a 6,5 en la escala de Richter. Grecia y Turquía se encuentran en una zona con menos puntos, pero que posee el triste récord de que en ella se han producido tres grandes terremotos en este siglo (superiores a 6,5). El primero de los actuales, en Turquía, que asoló Izmit, y el de Taiwan han tenido magnitudes parecidas, cercanas al 8 en la escala de Richter.

Lo que queda claro al ver el mapa es que se trata en ambos casos de zonas de gran riesgo sísmico y que el impacto que han tenido los recientes seísmos se debe sobre todo a que son zonas muy pobladas (especialmente Taiwan). Los terremotos de Turquía y de Grecia sí están relacionados (ver EL PAÍS de ayer), pero el de Taiwan se encuentra totalmente desconectado físícamente de los dos primeros.

En el fondo del mar, el magma que sube del interior forma nueva corteza constantemente y agranda las enormes placas flotantes de la corteza terrestre. Éstas se tienen que achicar también constantemente, lo que hacen empujándose e introduciendo los bordes de unas debajo de los de otras para volver al magma interior. Esto sucede sobre todo en los bordes de los continentes que rodean el océano Pacífico (los llamados arcos de fuego) y también en los limítes entre Eurasia y África y el subcontinente indio. Hace 50 años, los geofísicos no sabían con certeza lo que pasaba bajo el suelo. Ahora lo saben, pero todavía no pueden predecir el tiempo y el lugar en que va a ocurrir un gran terremoto, aunque sí pueden indicar la probabilidad de que suceda. La zona de California, en Estados Unidos, afectada por la espectacular falla de San Andrés, se encuentra desde hace años a la espera del Big One, el gran terremoto inminente según muchos científicos. Que no se haya producido no quiere decir que no exista riesgo, sino que es difícil cuantificarlo.

La Tierra se está enfriando y su actividad sísmica es claramente menor que hace miles de millones de años, lo que resulta tranquilizador. No se puede decir que estén aumentando los terremotos, pero sí aumenta la población asentada en zonas cuyo alto riesgo sísmico es sobradamente conocido. Se han estudiado los factores que hacen que la población tienda a asentarse en áreas activas, como islas volcánicas, y tiene que ver con la cantidad de recursos naturales que brindan. Pero hay extensísimas zonas del planeta muy tranquilas sísmicamente, como casi todo el continente africano, y gran parte de los continentes americano y euroasiático, que no es probable que salgan nunca por este motivo en las noticias.

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